Aunque no existen vacunas contra el traslado de fábricas a países con mano de obra más barata, la inversión en la compra de robots aplicados a la industria es una de las vías de las plantas españolas para contrarrestar los efectos de la mundialización económica. En el 2004, la industria española compró e instaló 2.826 robots, lo que supone un aumento de casi el 40% respecto al 2003 y la recuperación del ritmo tras un bache de dos años.

Desde 1993, el parque de robots instalados en España crece a un ritmo anual entre el 11% y el 25%, según datos de la Asociación Española de Robótica. La cifra máxima de instalaciones en un año se alcanzó en el 2001, con 3.584. Tras ese ejercicio, el ritmo de inversión se desaceleró con una caída del 32% en el 2002 y del 16% en el 2003.

CRECIMIENTO SOSTENIDO Pero el año pasado se recuperó la intensidad del número de unidades puestas en servicio, aunque el aumento del parque total tiene una tendencia a situarse en unas tasas "más sostenidas después de unos incrementos muy fuertes, pero estará todavía por encima de la UE", advierte Xavier Grau, gerente de la Asociación Española de Robótica.

Para Grau, el bache del 2002 y el 2003 puede ser un reflejo de la salud del sector industrial, aunque recuerda que el parque español de robots crece con una intensidad de alrededor del doble de la media europea, situado entre un 6% y un 8% anual.

Tras el esprint iniciado en los años 90, el país se ha convertido en una potencia europea del ramo que supera a Francia y al Reino Unido en robotización de la industria manufacturera. Este milagro español se debe, básicamente, a la importante presencia de fabricantes automovilísticos, que suman el 69% de los 22.212 robots instalados.

A continuación figuran los fabricantes químicos y de plásticos, las empresas metalúrgicas y las de alimentación. El principal campo de desarrollo para la robotización en los próximos años serán las actividades que se encuentran más rezagadas en ese aspecto, entre las que Grau cita las empresas que fabrican maquinaria, envases y las del sector alimentario. Las empresas que mecanizan procesos de producción logran un retorno de la inversión muy rápido, según el directivo de la asociación, gracias a la mejora de la productividad.

Entre las actividades menos robotizadas se encuentra el textil, que sufre el cierre de fábricas por la competencia de productores de países con costes laborales muy bajos. Los 17 robots que tenían los fabricantes textiles españoles en el 2003 pasaron a 12 en el 2004. La Asociación de Robótica advierte de que la tecnificación de la actividad manufacturera puede ayudar a evitar "las tan temidas deslocalizaciones industriales".

CREACIÓN DE EMPLEO Ante posibles prejuicios a la mecanización, la asociación asegura que los robots tienen un "efecto tractor" en la creación de puestos de trabajo en diferentes ámbitos profesionales. Isabel Martínez, responsable de Acción Sindical de la UGT, comparte esta apreciación. "Los robots absorben mano de obra directa, pero si el proceso incluye la formación de los trabajadores para controlarlos es beneficioso para las fábricas por la mejora de la productividad", afirma. Sin embargo, hace unos años los sindicatos llegaron a proponer la creación de una cotización a la Seguridad Social de los robots movidos por la defensa de los empleos menos cualificados.

Martínez tiene claro que una fábrica en la que ha habido una inversión en robotización "es más difícil de deslocalizar que otra con una actividad más manual", en la que el trabajador de aquí compite directamente con otro que cobra mucho menos. "Los trabajos manuales --añade-- están condenados a desaparecer aquí. Por eso, la inversión en tecnología es buena".

Además, puede liberar al empleado de trabajos pesados o peligrosos. Casi un tercio de los robots instalados en España sustituyen a trabajadores en la realización de tareas de manipulación. Casi la mitad están dedicados a la soldadura.