La diferencia de costes más importante entre las compañías de low cost radica en volar a aeropuertos principales o hacerlo a secundarios. Los derechos de aterrizaje, la manipulación de equipajes y, en general, todos los gastos que una compañía paga a los aeropuertos son más bajos fuera de las grandes ciudades.

Según los cálculos de la IATA, Ryanair tiene unos costes operativos que se sitúan un 64% por debajo de otras operadoras como British Airways y la alemana Lufthansa. La británica Easyjet soporta unos costes un 40% menores que la media. Y eso después de que las aerolíneas tradicionales hayan reducido sustancialmente los gastos en los últimos años. Vueling cuenta con una estructura de costes más próxima a Easyjet.