Merc¨ Humet regenta un negocio familiar de venta de materiales de construcción en un pueblo de Barcelona. Desde hace 48 años, el almacén funciona en el centro del pueblo, pero ahora, para crecer, debe salir fuera del recinto urbano. Después de dos años, ha logrado encontrar una nave adecuada y ahora ha empezado el calvario de "la licencia ambiental". En España, desde el 2003, los pequeños negocios no tienen que pagar el impuesto local de actividades económicas, la antigua licencia fiscal, pero muchos ayuntamientos se han inventado un sustituto. "Ahora todos los negocios tienen que pagar la licencia ambiental", dice Humet, que no sabe cuánto debe pagar. "No me extraña que algunos negocios de Cataluña opten por trasladarse a comunidades limítrofes".