Silvio Berlusconi no ha podido hacer el milagro prometido. Los 18 empresarios dispuestos a resucitar Alitalia, llevándose solo los activos con beneficios, retiraron ayer la propuesta de crear una compañía más reducida.

El obstáculo decisivo fue la oposición del sindicato CGIL --equivalente a CCOO de España-- y de cinco de los sindicatos, que aglutinan a la mayoría de los pilotos, asistentes de vuelo y personal de tierra. Las centrales CISL e UIL, análogas a la UGT española, estaban dispuestas a firmar el plan de reflotamiento.

Ahora, Alitalia queda en manos de Augusto Fantozzi, comisario especial del Gobierno, que controla el 49,90% del capital. "Nos encontramos ante un abismo", declaró Berlusconi, frente a la probable debacle laboral y social, que afecta a 21.000 empleados. Estudiará la situación antes de proceder con la quiebra.