Hay quien lo llama "el nuevo dictador de la economía estadounidense" y como tal, ayer se recorrió los programas dominicales de la televisión del país para explicar qué se trae entre manos. Henry Paulson, el secretario del Tesoro, aclaró algunos detalles del plan de rescate público de la deuda tóxica de los bancos valorada en 700.000 millones de dólares (485.000 millones de euros) y anunció nuevas medidas. Por ejemplo, que bancos extranjeros con grandes operaciones en Estados Unidos podrán pedir la ayuda para deshacerse de productos ruinosos.

"Si una institución tiene operaciones en EEUU, emplea a gente de EEUU y está empantanada con activos no líquidos, tiene el mismo impacto que cualquier otra entidad", razonó Paulson para abrir la mano a una serie de entidades (Barclays, Credit Suisse y Deutsche Bank) que en el primer borrador del plan no estaban incluidas. "Estamos en una economía global", remató Paulson el razonamiento, para anunciar que el Gobierno de Bush está animando "agresivamente" a otros países a poner en marcha un plan similar.

NEGOCIACIÓN El proyecto continuó ayer negociándose entre los congresistas de ambos partidos y el departamento del Tesoro, con el objetivo de que sea aprobado el jueves en la Cámara de Representantes y el viernes en el Senado, para que así George Bush pueda firmarlo el viernes. Las dos cámaras están controladas por los demócratas, que coinciden con Bush y Paulson en la urgencia de aprobar el plan. Pero lo cortés no quita lo valiente, y en este año electoral los demócratas quieren incluir medidas que den apoyo a los propietarios de casa que no pueden afrontar sus hipotecas y que penalicen las millonarias compensaciones económicas que reciben los ejecutivos al frente de las instituciones que serán rescatadas y han creado el problema.

"Si lo hacemos, será un castigo y habrá entidades que no participen, y entonces el plan no funcionará", dijo Paulson. El secretario del Tesoro incidió en su discurso sobre la gravedad de la crisis y la necesidad de usar el dinero de los contribuyentes como mal menor. Paulson afirmó que es necesaria una regularización de los mercados financieros, pero que no incluirá legislación de este tipo en el plan de rescate. "Lo que necesitamos es que el sistema funcione, las reformas vendrán después", dijo.

La pregunta ahora es si funcionará hasta que haya acuerdo. Sigue habiendo suficientes incógnitas (qué entidades entrarán y qué productos) como para que Wall Street se despierte hoy con peligrosas dudas. Porque a pesar de que Paulson dijera que los fundamentos de la economía "son sólidos", nada ha cambiado excepto el anuncio del plan.