Nada será como antes. Ni el sistema financiero mundial, ni el capitalismo que lo ampara seguirán inalterables tras esta crisis. Menos todavía en EEUU, con sus bancos de inversión ingresados en urgencias y sus aseguradoras y entidades hipotecarias gravemente enfermas. Lo admitió su presidente, George Bush, en un discurso televisado al reconocer la gravedad del estado de cosas y la importancia que tenía aplicar el plan de salvación. Admitió que, de no hacerlo, su país se vería abocado irremisiblemente a la recesión.

No fue el único quejoso. Le secundaron otros dirigentes europeos, franceses y alemanes, pero con una brújula diferente: la escasa regulación del sistema financiero angloamericano es el responsable de lo sucedido.

El debate se ha globalizado tanto como la economía. A él se refirió el gobernador del Banco de España pidiendo celeridad y "audacia" a empresarios, sindicatos y Gobierno para afrontar la situación. Hasta el líder del PP Mariano Rajoy recibió ayer el encargo de empresarios de buscar consensos con el Ejecutivo para adoptar medidas de excepción.

IGLESIA CONTRA BANCA La constatación de que la economía está en dificultades ha sacudido la tranquilidad de muchos sectores sociales. Mientras los secretarios generales de CCOO y UGT se quejaban ayer de las vías de agua del capitalismo occidental, por enésima vez el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, reclamó un abaratamiento del despido. Hasta la jerarquía de la Iglesia anglicana se atrevió a criticar los desmanes de la banca.

Con todo, la de Bush fue la más dramática de las intervenciones. Los resultados que obtuvo al final fueron bastante positivos: una ligera tregua en la inestabilidad bursátil internacional; la aprobación del plan de salvación del sistema; y el inicio de una reflexión generalizada sobre qué sucedió y cómo evitarlo.

De Alemania procedieron los pronunciamientos más contundentes y críticos. El titular de Finanzas, Peer Steinbrück, comparó la situación con un terremoto planetario --"el epicentro está en EEUU"-- y avisó de que se abre una nueva era: "Que nadie se engañe, el mundo no volverá a ser como antes de esta crisis".

FRACASO DEL MERCADO Sus palabras sintetizan el sentir de la UE. Steinbrück sentenció que ha fracasado el laissez-faire en los mercados. El socialdemócrata alemán apostó por más normas y más supervisión de organizaciones supranacionales. Propuso dotar al FMI de las competencias necesarias para que haga de vigilante, que los bancos no puedan hacer determinadas operaciones de riesgo sin suficiente capital propio y responsabilizar personalmente a los inversores. "Hay que volver a civilizar los mercados", manifestó.

En esa línea, el premier británico, Gordon Brown, y el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, también instaron al FMI para que impulse un organismo internacional de supervisión. Fue la principal decisión tomada en la cumbre que Brown organizó en Nueva York.

El único en personalizar la crisis fue el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al anunciar que regulará antes del 2009 las remuneraciones y las indemnizaciones millonarias de ejecutivos e intermediarios financieros. Será por acuerdo entre los profesionales o por ley. "Ha habido demasiados abusos, demasiados escándalos", dijo en un discurso en Tolón ante 3.000 personas.

"La idea del mercado todopoderoso era una locura cuyo precio se paga hoy", afirmó. Distinguió, sin embargo, Sarkozy entre la crisis financiera y la del capitalismo. "La crisis financiera es la crisis de un sistema que ha traicionado al capitalismo", aseguró. Y apeló a la refundación del capitalismo con la ética del esfuerzo y del trabajo.