Cada vez más cerca y, además, mucho más grave. Sobre todo, tratándose de una crisis de la que casi nadie reconoció su proporción cuando aparecieron los primeros síntomas. El sistema bancario internacional parece haber enfermado de forma súbita, con la misma velocidad con que arrastró ayer a las bolsas. La epidemia se manifestó primero en Estados Unidos, pero el contagio es imparable. En las últimas horas, Europa es el continente en el que se detectan los nuevos casos y no hay ninguna garantía de que no se disemine de manera más global.

¿Acabará pronto esta sangría financiera? ¿Quedará algún país inmune? ¿Serán los poderes públicos europeos capaces de impedir lo que los americanos no supieron frenar a tiempo? Quienes ayer intentaban responder se arriesgaban a entrar en un estado semidepresivo a la vista de la concatenación de noticias negativas relativas al sector.

RELACIÓN DE VÍCTIMAS Durante el fin de semana, Fortis fue el primero en recibir asistencia. Luego le llegó el turno de las dificultades al británico Bradford & Bingley. Ayer, un banco alemán (Hypo Real State), un islandés (Glitnir Bank), un franco-belga (Dexia) y otro danés (Roskilde Bank) ingresaron en la unidad de vigilancia intensiva.

Allí, las respectivas autoridades públicas intentan frenar la hemorragia. Las alemanas apoyadas por la banca privada, casi como las belgas, que echaron mano de las regiones para inyectar capital en Dexia. "Los ahorradores de Dexia no tienen que preocuparse, porque el Gobierno hará todo lo posible para garantizar que su dinero esté en buenas manos", dijo el primer ministro belga, Yves Leterme.

El éxito fue escaso: los locuaces políticos europeos no se atrevieron a vaticinar cuál es la magnitud de la tragedia ni cuál la solución, y el nerviosismo infectó a los mercados bursátiles, que vivieron un nuevo lunes negro.

Peor resultó lo sucedido en Estados Unidos. Las bolsas daban por hecho que las medidas urgentes del Gobierno para impedir mayores problemas iban a pasar el filtro del Congreso, cosa que no sucedió. La consecuencia fue inmediata: el Dow Jones, que tenía ligeras pérdidas al inicio de la jornada, cerró con un descenso del 7%: 778 puntos abajo, la mayor caída en puntos de la historia de Wall Street.

Las palabras pretendidamente tranquilizadoras de las autoridades belgas --que con Holanda y Luxemburgo han nacionalizado Fortis para evitar un efecto dominó en la UE como el que desencadenó Lehman Brothers en EEUU-- tampoco evitaron que la Bolsa de Bruselas acabara perdiendo un 8%. Fortis es un grupo asegurador y bancario emblemático en el Viejo Continente. Su caída, víctima de la falta de liquidez, hubiera tenido graves consecuencias para el sector.

Otro tanto ocurrió en las bolsas de Holanda (-8,75%), Alemania (-4,23%), Francia (-5,04%) y Reino Unido (-5,3%). Hasta el Ibex 35 español, una de las plazas más sólidas del continente, retrocedió el 3,88%. Nadie quedó a salvo de la caída. Es tal el paroxismo que se ha instalado en la mentalidad de los inversores que hasta las acciones del Santander, que ha comprado los restos saneados de Bradford & Bingley, recibieron un castigo del 4,2%.

ACUERDO FED-BCE Los dos grandes bancos centrales del planeta --la Reserva Federal (Fed) de EEUU y el BCE-- acordaron que se prestarán hasta 140.000 millones de dólares para seguir inyectando más liquidez en el mercado en forma de divisas.

No pareció que estos anuncios rebajaran la tensión existente, a la vista de que el euríbor continuó escalando una centésima diaria más. Un mal presagio para empresas y familias.

La esperanza está depositada en que el BCE decida este jueves bajar los tipos de interés, medida a la que se resiste para mantener la inflación bajo control. Una noticia de ese tipo --que daría impulso al crédito y mayores expectativas de crecimiento--, podría ser recibida favorablemente en las bolsas.

Pero mientras los bancos europeos iban recibiendo implantes y tratamientos traumatológicos, en Washington el debate político, cargado de intereses electorales, tampoco ayudó mucho. Primero fue la banca de inversión la que se despeñó, pero la banca comercial estadounidense tampoco parece salvarse de la quema. Citibank es el encargado de hacerse cargo de Wachovia. Ni la operación de salvamento conocida ayer, ni tampoco la negativa del Congreso a dar luz verde al plan de Bush, Paulson y Bernanke contribuyeron a estabilizar el ánimo del mundo financiero.