El Ibex reaccionó ayer desde los 8.500 puntos gracias a las empresas que presentaron buenos resultados y al apoyo clave de última hora del Santander. El indicador cedió al cierre el 1,38%, frente a una caída máxima del 3%.

Constructoras y bancos fueron los grandes castigados. Todavía bajo los efectos del brote mexicano de gripe porcina, los inversores desayunaron con la primera filtración del test de estrés bancario en Estados Unidos. El resultado es que Bank of America y Citigroup tendrán que ampliar capital.

Malas noticias sin duda para unos inversores a los que la semana pasada se les intentaba convencer de que la banca estadounidense estaba bien capitalizada. El golpe fue duro y se trasladó de inmediato a los futuros americanos. Los pesimistas salieron a la palestra. No ayudaron tampoco los resultados del BBVA, que salvan la morosidad gracias a la compra masiva de activos inmobiliarios. Nada menos que 490 millones en un trimestre y quizá 1.000 en todo el año. Tampoco lo hicieron las previsiones del Deutsche Bank, que anticipa un año muy duro, por más que sus resultados mejoraron las previsiones. A la debilidad de los bancos se unió la de todo el sector constructor en el mercado español. Los valores del ladrillo cayeron con fuerza y en bloque, en lo que parece un serio toque de atención de los inversores, a la vista de que la recuperación económica está un poco más lejos. Sin embargo, el Ibex se sobrepuso, apoyado en los valores que presentaron buenos resultados --Grifols y Enagás--, así como en Gamesa, que se valió de la mejora de las cuentas de su gran competidor, Vestas.

También fue decisiva la reacción del Santander, que llegó a ponerse incluso en positivo una hora antes del cierre, aunque al final cedió casi el 1%, bastante menos que su competencia. El jueves presentará resultados, que van a ser lo más esperado del día junto a la reunión de la Fed en Estados Unidos y la publicación del PIB anualizado del tercer trimestre.