Ha pasado mes y medio desde que la Administración de Barack Obama presentó su plan para reformar el sistema de control y supervisión de las entidades financieras. Y aunque habrá que esperar hasta otoño para que el Congreso actúe, el Ejecutivo sigue trabajando en la transformación de la relación entre Washington y Wall Street.

Su última propuesta consiste en aumentar las comisiones a las grandes entidades para financiar su supervisión, a la vez que se rebaja la presión sobre las más pequeñas.

El sistema de dos niveles, que ayudaría a financiar nuevos mecanismos de regulación y control como la Agencia de Protección Financiera al Consumidor, incluye un aumento de las cuotas para las entidades con activos valorados en más de 7.000 millones de euros.

Las firmas con activos por debajo de esa cantidad verán reducidas sus cuotas y, por primera vez, se impondrán unas tarifas a firmas que no estaban sujetas a la misma regulación como prestamistas hipotecarios.

PAGARÁ EL CONSUMIDOR Las reacciones opuestas se dejaron sentir inmediatamente, y representantes de grandes entidades financieras advirtieron de que cualquier subida en sus comisiones podría acabar siendo traspasada a los consumidores.

No habló de la nueva propuesta en una entrevista al The Wall Street Journal el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, pero sí insistió en que el cambio en la regulación "está bien encaminado" en el Congreso y garantizó que la Administración no permitirá que Wall Street vuelva a viejos hábitos como la adopción de riesgos excesivos.

Geithner enumeró avances en las entidades, como un menor endeudamiento, colchones de liquidez o una limpieza de sus balances de los que se han eliminado activos tóxicos. "Las partes más débiles del sistema ya no existen", aseguró Geithner, quien defendió que un sistema financiero operativo y con beneficios es "precondición necesaria para una economía fuerte". Sin embargo, el secretario argumentó estar también a favor de imponer controles más estrictos.

SIN UNANIMIDAD Los retos a los que se enfrenta la reforma son tanto internos como externos. La Administración propone que la Reserva Federal se encargue de la supervisión de las mayores entidades y que la nueva Agencia de Protección Financiera del Consumidor regule a compañías como las de préstamos hipotecarios. Pero ni siquiera en la propia Administración hay unanimidad para este tema.

Además, Obama ha nombrado a un llamado zar de los salarios para tratar de regular los sueldos y compensaciones. La Administración entiende que los bancos deben tener cierto margen para mantener altas compensaciones, por más que estas provoquen indignación popular.