Ni se opone, ni lo recomienda. La reunión del G-20 apoya que los países que así lo de decidan apliquen impuestos sobre sus bancos para que sea el propio sector, y no los contribuyentes, quien financie futuras crisis. Sin embargo, el G-20 evita recomendar su aplicación.

Esa es la solución de compromiso que los líderes de los ocho países más ricos y las economías emergentes más grandes del mundo (España asiste como invitado permanente al G-20) han logrado plasmar en un borrador de comunicado final de la reunión que comenzó anoche en Toronto (Canadá) y que sigue hoy.

Apoyar sin recomendar es una fórmula que da cobijo a las pretensiones de países como Alemania, Francia y Gran Bretaña, que han anunciado un impuesto sobre la banca, haya o no acuerdo en el G-20, y de EEUU, que también respalda la iniciativa. Otros países, como Canadá y Australia, no son partidarios de un impuesto que, según argumentan, puede frenar la recuperación del crédito y la economía.

EL MODELO ESPAÑOL Según el borrador que hoy se emitirá, al que tuvo acceso Reuters, "el G-20 expresa apoyo para que el sector financiero haga una contribución sustancial y justa para pagar el coste de las intervenciones del Gobierno, destinadas a reparar el sistema financiero cuando estas hayan sido necesarias".

El texto alude a la posibilidad de una contribución para un fondo destinado a este fin o de "otras fórmulas", como podría ser un impuesto recaudado por las arcas públicas, que parece ser el modelo de Francia, Alemania y Gran Bretaña.

España es pionera en este tipo de mecanismo. El Fondo de Garantía de Depósitos se apoya en un gravamen sobre los depósitos de las entidades que alimenta un fondo de resolución de crisis y que no constituye un ingreso para el Estado. El actual proceso de reestructuración de las cajas de ahorros, sin embargo, ha revelado que tal mecanismo no es suficiente. Por ello, ha sido preciso crear el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) que, según las previsiones, va a prestar unos 12.000 millones de euros al proceso de reestructuración de las cajas.

DÉFICIT O CRECIMIENTO Sea cual sea el modelo de los países que decidan aplicar una tasa sobre la banca, el G-20 recomienda que cumplan unos principios: proteger a los contribuyentes, reducir los riesgos del sector financiero y favorecer el flujo del crédito tanto en los buenos como en los malos tiempos.

En una reunión previa al G-20, los países más ricos del G-8 emitieron ayer un comunicado en el que constatan que la recuperación aún es "frágil". El dilema entre crecimiento económico y retirada de estímulos fiscales (reducción del déficit público) que enfrenta a EEUU con la UE se resuelve en el borrador del comunicado final del G-20 con la recomendación de que cada país actúe según sus circunstancias.

"Reflejando este equilibrio entre crecimiento y consolidación fiscal, las economías avanzadas se han comprometido a planes fiscales que por lo menos reducirán a la mitad los déficits para el 2013 y estabilizarán o reducirán el nivel de deuda para el 2016", dice el borrador.

Sin embargo, EEUU sigue empeñado en que esta debe ser "la cumbre del crecimiento", según enfatizó ayer el secretario del Tesoro, Timothy Geithner. "Nuestro reto como G-20 es actuar juntos para reforzar las perspectivas de crecimiento", aseguró. Estamos saliendo de la crisis a diferentes velocidades", añadió.

En este sentido, afirmó que "es completamente apropiado" que países como España o Grecia "se muevan con rapidez para demostrar a los mercados que tienen la voluntad de actuar".