Los líderes de la UE mantenían anoche la máxima presión sobre Grecia, rechazando realizar ningún gesto a favor del apurado país antes de que el Parlamento griego apruebe el programa adicional de duros ajustes y privatizaciones. La crisis financiera griega, que amenaza con dañar al conjunto de la zona euro, centró el inicio de la cumbre europea en Bruselas.

Los principales líderes de los Veintisiete insistieron al llegar al Consejo Europeo en que "no había plan B", ni otra alternativa para Grecia que asumir el draconiano plan de ajustes, reformas y privatizaciones impuesto por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI). "El Parlamento griego tiene que cumplir" y aprobar el martes el plan de ajuste, declaró el presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker. "No podemos hacer creer a los griegos que puede haber otra solución. No hay un plan B. Tienen que cumplir", dijo Juncker.

NO DAÑAR AL EURO Algunos países, como España, consideran que el retraso que se está produciendo en la ayuda europea está perjudicando al conjunto de la zona euro, como defendió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. "No se está haciendo ningún favor a la zona euro", precisaron fuentes gubernamentales españolas, que explicaron que Zapatero expresará su respaldo a Grecia y destacará los esfuerzos realizados ya por el país para sanear sus cuentas.

El propio primer ministro griego, Yorgos Papandreu, reclamó "un compromiso firme" de la UE en favor de Grecia para apuntalar la aprobación del programa de ajustes. "Si hay un compromiso firme de parte de la UE, habrá al mismo tiempo un compromiso firme por parte de Grecia", señaló Papandreu.

Los líderes europeos reiteraron su determinación a ayudar y sostener a Grecia ante sus dificultades financieras, pero exigieron que antes el país haga los deberes. Los sucesivos retrasos griegos en la puesta en marcha del programa de privatizaciones y de las impopulares reformas económicas y laborales ha disparado la desconfianza de los países más rigurosos, como Alemania, Holanda y Finlandia, que exigen ahora hechos concretos antes de autorizar la entrega del nuevo tramo de préstamos a Grecia por valor de 12.000 millones de euros, sin los cuales el país está abocado a la suspensión de pagos este verano.

La adopción del programa de ajustes y privatizaciones por el Parlamento griego es también un requisito indispensable para que la zona euro acepte aprobar un nuevo paquete de rescate de Grecia para asegurar su supervivencia financiera hasta el 2014, complementario de los 110.000 millones acordados hace un año y cuyo quinto tramo son los 12.000 millones que Grecia espera recibir en julio.

OPOSICIÓN RECALCITRANTE La cancillera alemana, Angela Merkel, fracasó en su intento de convencer a la oposición conservadora griega para que respaldara el plan de ajuste gubernamental. "Quiero apelar a la oposición a que haga honor a la responsabilidad histórica", señaló Merkel. En estas situaciones de crisis, "todos tienen que estar unidos en un país", insistió la cancillera.

En una reunión previa de los líderes del Partido Popular Europeo (PPE), Merkel, Juncker, y los primeros ministros de Suecia y Bélgica, intentaron convencer "con todos los argumentos posibles" al líder de Nueva Democracia, Antonis Samaras, para que deje de oponerse al plan de ajuste. Pero Samaras reiteró posteriormente su rechazo a las propuestas de Papandreu.