Dante no menciona en la Divina comedia si en la quinta cornisa de la montaña del purgatorio --la que pueblan los avariciosos postrados boca abajo en el suelo sin posibilidad de ponerse en pie-- había banqueros. No nos cuenta el gran poeta italiano, por tanto, si alguno oraba aquello de "mi alma esta adherida al polvo, vivifícame con tu palabra".

Pero lo que sí parece claro es que parte del mercado quiere o cree ver en ese estado de postración a los financieros transalpinos. Corrió ayer el rumor de que algunas de las principales entidades italianas saldrán mal paradas de las pruebas de resistencia a la banca europea de julio. Su exposición a Grecia, se decía en los corrillos, les obligará a grandes ampliaciones de capital.

La decisión de una de las siempre oportunas agencias de calificación, Moody´s en esta ocasión, de rebajar la perspectiva de 16 bancos italianos fue rápidamente interpretada como una confirmación, pese a estar relacionada con la rebaja de la calificación del país de hace unos días. Las autoridades reaccionaron suspendiendo la cotización de los dos grandes bancos del país, Unicrédito y Banca Intesa, y la medicina fue peor que la enfermedad.

Y fue así como una jornada que arrancó con ganas de rebote tras la debacle del jueves se convirtió en una nueva sesión negra. La persistente inconcreción del segundo rescate griego volvió a contribuir, claro. El Ibex 35 cayó el 1,31%, pero logró salvar el soporte de los 9.800 puntos, y la prima de riesgo llegó a superar los 290 puntos básicos.