Los mercados llevan semanas al borde del ataque de nervios por la situación de Grecia, pero ahora han subido un peldaño y están a un tris de sufrir un colapso por ansiedad. El Parlamento heleno tiene previsto votar esta semana el plan de ajuste al que está condicionado el segundo rescate europeo, que evitará que el país quiebre en julio. Pero el partido de Gobierno, el socialista, ha sufrido cuatro deserciones y solo cuenta con un voto de margen para sacar adelante el paquete de medidas.

Buena prueba de la tensión máxima en que están inmersos los inversores fue la montaña rusa en que se convirtió la jornada de ayer. Las dudas sobre la fortaleza del Ejecutivo griego provocaron que las bolsas cayeran a plomo tras la apertura y que las primas de riesgo de los países señalados como más vulnerables se disparasen, en muchos casos hasta máximos históricos.

En el caso español, la diferencia entre el interés del bono público a 10 años y el alemán de referencia en la compraventa entre inversores privados --indicador de la posibilidad de quiebra del Estado a ojos de los inversores-- llegó a alcanzar los 293 puntos, cerca de su máximo desde la adopción del euro. Los de Italia, Irlanda y Portugal también se auparon hasta niveles récord.

AVANCE DE SARKOZY La situación, con todo, mejoró rápidamente, gracias al anuncio del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de que ha alcanzado un principio de acuerdo con sus bancos para que acepten participar en la reestructuración voluntaria de la deuda griega.

La prima de riesgo española cayó hasta los 280 puntos, por debajo del nivel al cierre del viernes, y la bolsa se dio la vuelta y acabó subiendo un 0,61%, hasta los 9.872,2 puntos. Sin embargo, el interés de los bonos cerró en el 5,69%, su nivel más alto desde mayo del 2000.

Las autoridades europeas quieren que las entidades financieras poseedoras de deuda griega aporten unos 25.000 millones de euros de los 120.000 millones del segundo plan aceptando modificar las condiciones de sus títulos. A los mercados no les gusta la medida y estaban nerviosos por su falta de concreción, por eso sentó bien el avance logrado por Sarkozy.

Según publicó Le Figaro y confirmó el presidente, los bancos franceses --los que más deuda griega tienen-- han aceptado renovar el 70% (frente al 100% que se planteaba inicialmente) de los títulos griegos que poseen y que vencen antes del 2014. El 50% se destinaría a comprar unos bonos nuevos a 30 años y con un interés fijo equivalente al que Grecia tiene que pagar a las instituciones públicas que han garantizado su salvamento y otro variable ligado a la evolución de la economía del país. El 20% restante se dedicaría a crear un fondo con bonos públicos de máxima calidad para garantizar el cobro de la nueva deuda helena.

Sarkozy se mostró dispuesto a modificar su propuesta para lograr el apoyo de todos los países de la eurozona, pero en principio encontró una buena recepción. Alemania y la Comisión Europea le dieron la bienvenida, aunque dejaron la puerta abierta a introducirle algunas modificaciones.

PACTO ESENCIAL El pacto entre banqueros y gobernantes es fundamental, porque debe lograr que la participación del sector privado en el rescate no sea considerada impago, ya que ello podría llevar a las agencias de calificación de riesgos a declarar a Grecia en quiebra.

Sin embargo, de nada servirá este posible acuerdo si el Gobierno griego no consigue sacar adelante su plan de ajuste fiscal. Los diputados comenzaron ayer a debatirlo, mañana miércoles lo votarán y el jueves deberían aprobar las leyes concretas que lo desarrollarán.

Hasta entonces, lo más probable es que España y el resto de países señalados sigan sufriendo en los mercados, como ayer reconoció la vicepresidenta de asuntos económicos, Elena Salgado. El país, reconoció, está sometido a "muchísima tensión", pero "no va a estar en el límite" del rescate gracias a las reformas.