El retrato de Dorian Gray, la famosa novela de Oscar Wilde, ha sido interpretada habitualmente como una fábula sobre los peligros del hedonismo y el narcisismo. Y no es de extrañar. "Lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos", afirma un personaje.

Pero podemos aventurar otra lectura, la de que trata sobre la negativa de muchas personas a asumir la realidad y su pretensión de vivir por encima de sus posibilidades. Al fin y al cabo, su protagonista es un joven que no quiere envejecer.

Algo de Dorian ha tenido Zapatero en su asunción y digestión de la crisis. "Si me arrepiento de algo es de no haber pinchado antes la burbuja inmobiliaria", afirmó ayer en el debate del estado de la nación. Pues no será porque no se lo advirtieron.

El nuevo Gobierno portugués, por su parte, anunció ayer unas nuevas medidas de ajuste que gustaron mucho a los mercados. Sí, ese Ejecutivo conservador que estando en la oposición forzó la caída del Gabinete socialista al rechazar un plan curiosamente más suave que el que ayer suscribió. ¿Dorianismo? ¿Anticipo de lo que pasará en España?

Lo sucedido en Iberia pesó menos en los mercados que los avances en la participación de los bancos franceses y alemanes en el rescate griego. Con ese viento en las alas y la confianza en que el Parlamento griego apruebe mañana el plan de ajuste, el Ibex subió el 0,65%, menos que la media europea (1%), y la prima de riesgo bajó desde los 280 a los 270 puntos.