Grecia decidió ayer no cometer un suicidio colectivo. El país heleno afrontó su jornada más tensa y difícil desde la restauración de la democracia en 1974 al verse obligado a votar una plan de ajuste draconiano como salvoconducto para evitar una suspensión de pagos. El Parlamento dio su apoyo al plan de austeridad y optó de esta manera por la opción menos mala, aunque con consecuencias muy negativas en términos de coste social y empobrecimiento de la población. El descontento y la rabia de los griegos se transformaron en una batalla campal a las puertas del Parlamento apenas trascendió el resultado de la votación.

La aprobación se salvó por la mínima: el Gobierno logró un respaldo de 155 votos, superando la mayoría absoluta necesaria de 151, mientras que 138 votaron en contra, cinco se abstuvieron y dos no acudieron a la Cámara. El Parlamento debe aprobar hoy el proyecto de ley que acompañe a las medidas y que haga posible su inmediata aplicación para obtener hasta el 2015 unos ingresos de 78.000 millones, entre incrementos de impuestos y privatizaciones.

El presidente de la UE, Herman van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, respiraron aliviados ayer, aunque pidieron al Parlamento griego "un segundo voto positivo" sobre las medidas de aplicación concretas del plan. Ambos dirigentes recordaron que el desbloqueo de los préstamos de 12.000 millones previstos para julio para evitar la suspensión inmediata de pagos de Grecia está supeditado a ese segundo voto positivo.

"PASO IMPORTANTE" "Ha sido un voto de responsabilidad nacional", destacaron Van Rompuy y Barroso. Grecia ha dado "un paso importante hacia delante" a favor del saneamiento de las cuentas públicas y de un futuro crecimiento económico y se ha alejado del riesgo de quiebra", subrayaron ambos dirigentes, informa Eliseo Oliveras.

El sentimiento de la UE fue ayer compartido de forma unánime por todas las instituciones, mercados y analistas. "La votación era decisiva, Grecia gana así tiempo para poder convertirse en una economía más productiva ", explicó el profesor de economía del IESE Alfredo Pastor, quien también añadió que "el esfuerzo del ajuste será enorme y muy difícil para Grecia".

Las bolsas se contagiaron de la euforia y el Ibex 35 subió el 2,08% y superó los 10.100 puntos. El diferencial de la deuda española con la alemana, que es el indicador de la percepción del riesgo español por parte de los mercados, cayó de forma abrupta hasta los 259 puntos. El lunes rozó los 300 puntos.

SEGUNDO RESCATE Tras la votación de ayer, el país heleno se encuentra más cerca de obtener un segundo rescate de la Unión Europea, que podría ascender a 110.000 millones de euros, que es la mitad del PIB griego. Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro mantendrán el domingo una reunión para tratar sobre estas cuestiones.

La situación griega toma así rumbo después de un año de dar bandazos políticos. La crisis que desembocó en el primer rescate, estalló cuando el actual primer ministro, Yorgos Papandreu, ganó las elecciones en el 2009. Al poco de llegar al poder, anunció que el déficit dejado por el gobierno conservador de Nueva Democracia no era del 6%, sino del 12,7% del PIB. Posteriores revisiones de la UE lo situaron finalmente en el 15,4%.

Entre las dudas que subyacen tras la jornada de euforia está si el Gobierno griego se empleará a fondo en el ajuste aprobado. Ayer, el Financial Times destacaba que los estudios demuestran que los activos griegos no están listos para ser privatizados y los planes de ajuste descansan demasiado en el aumento de impuestos y no en el recorte de gastos. Un capítulo que bien seguro volverá a desatar turbulencias en los mercados. Pero será otro día.