El olor y el picor que produce el gas lacrimógeno se notaba ayer por la tarde muchas calles más allá de la plaza Syntagma, delante del Parlamento griego, en Atenas, tras aprobarse los recortes. Los enfrentamientos de un grupo violento con la policía antidisturbios comenzaron ya el martes, primer día de la huelga. Pero después de conocerse ayer el resultado de la votación, los choques se recrudecieron: un grupo de personas prendió fuego a una oficina de Correos en la planta baja del Ministerio de Economía y otro intentó quemar un local de Eurobank.

En total, alrededor de 500 personas resultaron heridas o tuvieron que ser atendidas por problemas respiratorios causados por el gas durante la jornada de protestas de ayer.

"¡Quémame!", escribía un manifestante con espray en la pared de otra oficina cerrada de Eurobank, el segundo banco griego en importancia. Cerca de él, otro grupo de manifestantes aguardaba protegido con mascaras de gas, fáciles de encontrar en la ciudad. Sin embargo, no era sencillo conseguir respuestas de los manifestantes, sobre todo de los que contaban con algún tipo de arma. "¡No quiero hablar con ningún periodista!", afirmaba una joven manifestante que preparaba una barricada.

Gasolina

Y es que tan solo unas horas después de que se aprobaran los recortes la policía bloqueó los accesos a Syntagma. Los manifestantes de las calles cercanas decidieron protegerse con barricadas. Rociadas con carburante, esperaban a los agentes. "¡Cuidado, tiene gasolina!", avisaban a los que trataban de pasar.

En Monasterakis, junto a la Acrópolis, cientos de personas que no habían podido acceder a la plaza Syntagma esperaban su oportunidad. Llevaban máscaras quirúrgicas o antigás y la cara untada de Almax para evitar la irritación de la piel.

"Estamos aquí porque la policía ha bloqueado Syntagma y ha echado gas en el metro, por lo que no hay forma de entrar", decía Niki Liakou, una estudiante universitaria. Añadía no saber cómo van a afectar los recortes a su vida. "De las diez escuelas que hay en mi área van a cerrar cuatro", afirmaba otro joven.

La mayoría de comercios abrió por la mañana, algo que cambió radicalmente por la tarde, especialmente cerca de donde se produjeron los disturbios. El metro y los taxis funcionaron, pero no los autobuses. Los hospitales únicamente atendían urgencias.

"Esta huelga se prolongará durante semanas", señaló el joven Alexander, quien añadió: "Pararemos totalmente la producción y el Gobierno tendrá que recular".