Mientras Francia y Alemania se esfuerzan en involucrar a la banca y a los inversores privados en el nuevo plan de rescate de Grecia, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, volvió ayer a advertir otra vez sobre los riesgos que implica esa operación para asegurar la compra de deuda pública diferentes inversores privados.

"Desaconsejamos cualquier opción que no sea puramente voluntaria o que tenga elementos de obligatoriedad", declaró el presidente Trichet en el Parlamento Europeo. Este insistió en que es crucial evitar que ese proceso de renovación de la deuda griega pueda ser considerado como una incapacidad de Grecia de afrontar sus obligaciones por parte de las agencias de calificación (rating), lo que provocaría la degradación de la deuda griega a fallida, con su espiral de consecuencias nefastas tanto para las finanzas griegas como para las europeas.

"Me sorprende la estrechez de miras sobre la participación del sector privado que se está asumiendo de forma general en el actual debate", destacó Trichet en una velada crítica a Alemania. Las privatizaciones, subrayó, son una "mejor" y "más eficaz" manera de movilizar el capital privado con "consecuencias positivas", añadió Trichet.

El BCE "no participará" en ese proceso de compras de deuda griega, aseguró. Sin embargo, eludió pronunciarse sobre la propuesta pactada por el Gobierno francés con los bancos de ese país. "No tenemos todavía una posición. Estamos muy alerta", indicó Trichet.

Mucho más claro fue sobre la inminente subida de tipos de interés que piensa aplicar el BCE en julio. Trichet explicó a los eurodiputados que el tipo de interés actual del 1,25% es "acomodaticio" frente a los "riesgos al alza" de los precios, por lo que el BCE está decidido a "actuar con firmeza y a tiempo para evitar presiones inflacionistas", lo que equivale a una subida de 0,25 puntos en julio.