Dies irù, dies illa, solvet sùclum in favilla (día de la ira, aquel día en que los siglos se reduzcan a cenizas). Así ensayaban los corros, en versión anticipada de las misas de réquiem del próximo miércoles, a la vista de cómo se prolongaba la agonía de la reunión ininterrumpida de Bruselas. Como en los mejores tiempos de la antigua Europa de los Quince, todo se dejaba por resolver hasta altas horas de la madrugada, para agotamiento de interlocutores, traductores y altos funcionarios. Y con la fórmula futbolera de que son todos contra todos y al final gana Alemania. El caso fue que se anunció el acuerdo a suficiente hora para cambiar los cánticos de resignación y penitencia por otros más laicistas: a vivir que son dos días, carpe diem en su versión más canónica.

Cuál era el motivo y alcance de la satisfacción colectiva en los mercados europeos fue difícil de precisar, pero hubo unanimidad en que la banca privada merecía ayer todo tipo de parabienes. ¿Contradictorio? Un tanto, quizá mucho: si se tienen que recapitalizar por orden de la misteriosa autoridad de la EBA, será señal de que tienen su balance tocado, aseguraban algunos analistas.

Pero no era el caso y la bolsa española logró ayer la segunda mayor subida del año, el 4,96%, y se quedó en los 9.270,50 puntos, impulsada por los acuerdos de la cumbre europea. Ese nivel se perdió a principios de agosto. Con la remontada de ayer, las pérdidas anuales bajan al 5,97%. Todos los grandes valores subieron: BBVA, el 10,21%; Banco Santander, el 7,53% Iberdrola, el 3,5%; Telefónica, el 4,9%%, y Repsol, el 2,92%.