Demasiadas dudas por despejar como para que los inversores tomaran otras decisiones operativas que no fueran vender. La presentación de los cercenados presupuestos de Mariano Rajoy y el cierre del último plan de reestructuración del sistema financiero español --el viernes acaba el plazo que tienen los bancos para dar a conocer cómo cubrirán las provisiones pendientes-- fueron los argumentos utilizados por los inversores para soltar lastre. Hubo otras razones con repercusión desigual en los mercados, como el rumor de que Siria había entrado en el Líbano. Pero la realidad es que los principales parquets europeos se decantaron hacia las pérdidas. Entre ellos, el Ibex 35 registró la caída más abultada: el 1,03%, lo que sitúa en mínimos anuales de 8.140 puntos al principal indicador de la bolsa española

El sector financiero fue el más perjudicado por los retrocesos, sobre todo CaixaBank y Banca Cívica, después de que ambas anunciaran el lunes su integración, que dará lugar a la primera entidad española. No pasó desapercibido que los beneficios de la banca registraran una bajada del 41% durante el 2011, lo que extendió las pérdidas a todo el sector. El BBVA cedió el 1,51%, y el Santander, el 1,31%. Bankinter (--2,90%), y Bankia (--1,92%) se sumaron a los número rojos.

Para los analistas, los inversores esperan medidas para impulsar el crecimiento económico, principalmente mediante la liberalización de algunos sectores. Mientras, a la bolsa española le puede resultar algo más complicado seguir el ritmo del resto de los mercados europeos.