Algo raro ocurría en el parquet, las redacciones y las salas de operadores, cuando hubo un momento mágico a media tarde: las miradas pasaron del centro de la pantalla y el inexorable trazado bajista de los gráficos a la línea inferior del texto continuo. Ni que fuera la lectura de Astérix: un rayo había interrumpido el viaje del flamante Hollande en pos del saludo de pleitesía de la vecina Merkel. ¿Zeus, el dios del rayo y las tormentas, enviando la maldición griega a los malvados del Olimpo del euro?

No dio ni para metáfora, más bien quedó en aforismo latino: alea jacta est (la suerte está echada). La decisión griega de convocar elecciones, con ventaja de salida para los contrarios a cualquier sacrificio. El problema fue el contagio. Y para el Ibex, una nueva vuelta de tuerca sobre un mercado tocado por la debilidad de los bancos y, lo que era peor, la credibilidad. Desde Bruselas, el ministro Guindos apelaba a otro sabio griego, Platón, reconocible al menos en esta frase del titular de Economía: "La realidad es mejor que la percepción de la realidad", en alusión a que los bancos españoles no están tan mal como se pretende ahora. La invitación no hizo la mella suficiente. A la velocidad del rayo desaparecieron también los datos positivos menos esperados como el buen indicador del PIB alemán del primer trimestre .

La mala racha de los bancos siguió. El Ibex 35 bajó 108,70 puntos, equivalentes al 1,6%, y dejó el índice en los 6.700,70 puntos, nivel similar al del 30 de septiembre del 2003. En lo que va de año, las pérdidas acumuladas han alcanzado el 21,78%.