Una bolsa de agua cubre desde hace poco 865 hectáreas (un espacio similar al tamaño de A Coruña) cerca del pueblo gallego de As Pontes. Un lago artificial de 18 kilómetros de perímetro y profundidades de hasta 205 metros para ahogar una vieja mina de lignito agotada en el 2007, que daba servicio a la cercana central térmica de Endesa.

La eléctrica, obligada a subsanar el daño provocado en el paisaje tras más de 30 años de explotación, ha destinado 31 millones de euros a crear uno de los mayores lagos artificiales del mundo. Y, claro, en una analogía evidente, es fácil pensar en lo bueno que sería que el Banco Central Europeo utilizase su capacidad de inyectar agua para llenar el creciente agujero que se abre en el corazón del euro. Como le recordaba ayer mismo el Fondo Monetario Internacional, la autoridad monetaria "tiene margen" para profundizar en su política de tipos de interés expansiva si la inflación en la eurozona "sigue retrocediendo por debajo del 2% como se espera".

Tampoco estaría mal que reactivase la compra masiva de deuda española en los mercados secundarios para enfriar la prima de riesgo, que sigue en zonas de máximo riesgo. Ayer abrió en los 480 puntos básicos y cerró en los 489, de nuevo cerca de los 500 puntos. Seguramente contribuiría con ello a reducir el pánico que envuelve a la banca española, que puede forzar al Gobierno a pedir ayuda a Europa. El hundimiento del sector financiero llevó ayer al Ibex 35 a caer el 1,11%, a los 6.537,9 puntos.