Un viejo axioma bancario afirma que una entidad puede soportar un déficit transitorio de solvencia, pero no una fuga masiva de depósitos. La retirada a gran escala del dinero por sus clientes le lleva irremisiblemente a la quiebra. Por eso, el Gobierno y Bankia tuvieron que salir en tromba ayer a desmentir que el banco, que llegó a caer más del 29% en la bolsa, esté padeciendo una sangría de liquidez.

El primero en negarlo fue Fernando Jiménez Latorre, secretario de Estado de Economía, quien aseguró que los clientes pueden estar "más seguros" que hace unas semanas, ya que el Estado se ha comprometido a aportar todo el capital que Bankia necesite. La entidad, añadió, será un "éxito de futuro", pero el nuevo equipo presidido por José Ignacio Goirigolzarri necesita un "mínimo de tiempo".

ESTACIONAL Bankia también respondió. Primero explicó que la actividad de sus oficinas ha transcurrido dentro de los "parámetros normales" las últimas semanas y recordó que la evolución de los depósitos tiene un carácter "sustancialmente estacional" en la primera quincena de mayo. En los primeros días del mes vencen muchos productos a plazo y, además, es habitual que los jubilados retiren el abono de su pensión, indicaron desde la entidad.

"En estos momentos económicamente convulsos, la actividad de Bankia ha sido básicamente normal. Nuestros clientes se tienen que encontrar muy confiados y seguros, porque Bankia es tremendamente solvente. No solo lo decimos nosotros: así lo han definido el Banco de España y el Gobierno", añadió Goirigolzarri en unas declaraciones.

El detonante de la sangría bursátil de la entidad fue una información publicada por el diario El Mundo, que aseguraba que Bankia ha perdido 1.000 millones en depósitos desde la semana pasada. Fuentes próximas a la entidad bancaria reconocen que ha tenido cierta salida de dinero, pero aseguran que esa cifra publicada es "totalmente incorrecta", pues en realidad es muy inferior. Las acciones corrigieron su retroceso, hasta cerrar la jornada con una caída del 14,08%.

Goirigolzarri, por otra parte, forzó la salida de Ildefonso Sánchez-Barcoj, director financiero y de riesgos, nombrado por su antecesor Rodrigo Rato, y Miguel Ángel Soria, responsable de auditoría interna, y nombró a Amalia Blanco como nueva directora de comunicación.