La orgía del ladrillo y del dinero barato ha acabado en sequía absoluta de crédito. En el 2007 el conjunto de las entidades financieras española --bancos y cajas--, acumularon beneficios cercanos a los 30.000 millones de euros. Era el punto más álgido del boom inmobiliario, si bien la burbuja estaba a punto de estallar pinchada por la crisis de Lehman Brothers y los activos tóxicos estadounidenses. Y efectivamente estalló: el beneficio de la banca bajó a 9.000 millones en el 2011, exprimido por la crisis y la caída del crédito hipotecario y la financiación de los promotores que había dado origen a la mayor fuente de ingresos del sector. Y, de paso, una casta de nuevos ricos.

En noviembre del 2006 se publicaba la siguiente información en un confidencial: "La fortuna amasada les ha convertido en los nuevos amos del mundo empresarial, extendiendo sus tentáculos a sectores básicos tan estratégicos como la electricidad o el petróleo. En muchos casos, el cuartel general de estos nuevos triunfadores de la burbuja inmobiliaria ha sido el estadio Bernabéu, dado que muchos de ellos están vinculados de una u otra manera al club blanco. Hay un dicho en el sector que asegura que el palco del estadio del equipo merengue se han cerrado y negociado estos años más pelotazos inmobiliarios y operaciones urbanísticas que en todas las salas y despachos de reuniones del país. Y es que estos empresarios han visto en el fútbol el remate ideal para una carrera fulgurante en el mundo del ladrillo". No hará falta recordar a los protagonistas de aquella eferves-