El hallazgo: el 12 de septiembre de 1940, en plena segunda guerra mundial, cuatro adolescentes franceses descubrieron las maravillosas pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux, con sus 17.000 años de historia. El error: las masivas visitas las deterioraron y en el 2001 el Ministerio de Cultura francés se vio obligado a usar una agresiva técnica para frenar la proliferación de hongos. La consecuencia: la equivocada estrategia provocó la aparición de más hongos y bacterias.

Las pinturas ya nunca lucirán como antes y solo se puede aspirar a frenar su deterioro. Un poco como con la UE, ¿no? Su creación fue un hallazgo, su desarrollo y su gestión de la crisis tropieza de error en error, y las consecuencias son inciertas, pero parece claro que nunca será lo que fue o lo que debería haber sido.

Buena prueba de ello son los resultados de la cumbre informal de los líderes europeos para impulsar el crecimiento: han vuelto a resultar decepcionantes. Y lo más triste de todo: fíjense si las instituciones europeas tienen capacidad de revertir la situación que el solo rumor de que el BCE prepara una inyección masiva de liquidez con otros bancos centrales sirvió ayer para levantar el ánimo de los inversores.

Así, el Ibex 35 subió el 1,46%, hasta los 6.534,4 puntos, y la prima de riesgo se relajó hasta los 477 puntos básicos, con los grandes inversores institucionales moviéndose de la deuda alemana a la francesa, más rentable, lo que indirectamente favoreció a la española. Pero todo sigue en el aire. Veremos qué pasa.