En apenas 13 años de reinado, y pese a morir a pocos días de cumplir los 33, Alejandro Magno se convirtió en uno de los mitos más grandes de la historia. Sin embargo, su apabullante estrella se apagó junto al río Hífasis, en la India. Su ejercito, cansado de guerrear durante años para conquistar medio continente asiático, se rebeló y forzó al gran rey a volver a Persia, donde murió. A su muerte, sus generales se repartieron el imperio, que rápidamente quedó desmembrado.

¿Se estará la Unión Europea acercando a su Hífasis? ¿Provocará la paralisis de los líderes una rebelión rupturista? Puede que no, pero el margen de tiempo para evitarlo cada vez es más estrecho. La coartada del Gobierno de que los temores de los inversores sobre España se debían a la incertidumbre sobre las elecciones griegas se ha desmoronado. La confusión sobre si el país podrá o no renegociar su rescate puede haber contribuido al ataque, pero ya no se sostiene echar las culpas al apuntador.

La prima de riesgo superó ayer los 580 puntos básicos, desde los 529 de la apertura, y el interés del bono estatal a 10 años escaló hasta superar el 7,25%. Huída de los inversores de la deuda española y de la bolsa: el Ibex 35 se despeñó el 2,96%, hasta 6.519 puntos, en una semana en que el Tesoro pretende colocar hasta 5.000 millones. Solo una respuesta decidida del BCE (para ganar tiempo) y la UE (para convencer a los mercados de que el euro tiene futuro) parece poder alejarnos del río.