El mercado ha castigado con fuerza al Banco Popular, que ayer presentó una caída del beneficio del 66,1%, hasta los 94,3 millones de euros. El resultado estuvo en línea con las previsiones, pero no así los ingresos y provisiones y persiste la incertidumbre sobre la ejecución de su plan de reestructuración, y la acción ha caído del 7,88%. Acumula un retroceso de entorno al 60% en lo que va de año. «Gestionar el banco mirando solo a la acción es un error, buscamos generar valor para nuestros accionistas a medio plazo», defendió su nuevo consejero delegado, Pedro Larena.

La situación de la entidad ha llevado a que se reaviven los rumores de fusión, pero el ejecutivo negó tajantemente esa posibilidad: «No estamos analizando una fusión ni mucho menos. Estamos centrados en nuestro negocio». También rechazó que haya tensiones en el consejo o que alguno de sus accionistas principales haya propuesto la unión con el Sabadell.

«El plan que soporta el consejo es nuestro plan, el plan A, el único que hay», mantuvo antes de sostener que los administradores «no tienen ninguna crítica a la gestión, más bien lo contrario» y que el banco mantendrá su «independencia» y solo se plantearía una operación corporativa dentro de tres o cuatro años, «pero para liderarla».

El banco espera cerrar la semana que viene la negociación sobre su ajuste de plantilla y de 302 oficinas, aunque ha advertido de que ya ha hecho «todo el esfuerzo» posible al reducir el número de bajas de 2.900 a 2.592.

El banco ha destinado el beneficio del segundo y el tercer trimestre a hacer unas provisiones extraordinarias de 1.021 millones, lo que explica en parte la caída de las ganancias. Pero también se debe al retroceso de los ingresos (12,2% en el margen bruto) por los bajos tipos. H