Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ha asegurado que en materia de empleo «no estamos fuera de la crisis». En su opinión, se ha fracasado en este terreno, pese a que las tasas de crecimiento económico sean importantes, y que la solución no solo viene de la adaptación a los cambios tecnológicos, sino de mantener una concepción del trabajo como socialización de las personas en la que el salario no sea la única relación entre empleadores y empleados.

La OIT prepara un documento para el año 2019, con motivo del centenario de su creación, en el que se definirán los nuevos retos del mundo del trabajo entre los que, según Ryder, se encuentran los cambios tecnológicos y las consecuencias de la vuelta a planteamientos económicos proteccionistas y antiglobalización.

En un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum, Ryder detalló algunas de las ideas surgidas en los debates para elaborar el documento. Entre las conclusiones destacó la de no considerar que cada cambio «por definición» es bueno en materia de empleo. Por ello, advirtió contra la «trampa del determinismo tecnológico» en la que se puede caer si no se tienen en cuenta los efectos perniciosos de las tecnologías como son la deslocalización, la depreciación del trabajo y los salarios y la pérdida de la negociación colectiva.

«Hemos manejado muy mal la salida de la crisis», afirmó el director general de la OIT, porque la recuperación en materia de empleo «sigue siendo lenta» y «hay y habrá cada vez más parados en el mundo». Otros dos datos preocupantes son que hay en el mundo 168 millones de niños trabajando, más de 20 millones en trabajos forzosos.

Los cálculos del responsable de la OIT es que cada año se necesitarán crear 40 millones de empleos en el mundo para absorber a la población más joven y eso o se hace con un mayor crecimiento de la economía, lo que no se ve próximo, o se «piensa el trabajo de otra forma». Ryder ha hablado de compartir el empleo y garantizar unos ingresos universales.