El BBVA cerrará el año que viene otras cerca de 200 oficinas en España. Su consejero delegado, Onur Genç, explicó ayer que el número no está cerrado, pero irá «más o menos en línea, ligeramente inferior» al de los últimos años. El grupo clausuró 179 sucursales en el 2018 y tiene previsto hacer lo mismo con otras 195 el presente ejercicio, hasta las 2.645. El ejecutivo también apuntó que continuará la reducción de plantilla, aunque descartó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

El banquero turco argumentó que el «foco» de la entidad debe estar en reducir los costes debido al entorno de bajos tipos de interés y al menor uso de las oficinas por los clientes. En este sentido, indicó que el banco solo cobra por los depósitos a grandes empresas e instituciones. No está en sus planes hacerlo con los particulares «por ahora», pero no se cierra a ello en función de la evolución de los tipos y la competencia.

El ejecutivo, asimismo, aseguró que el grupo está centrado en crecer por sus propios medios, pese a unas recientes declaraciones de su director financiero, Jaime Sáenz de Tejada, que alentaron los rumores de que podría realizar alguna gran compra en España, como la de Bankia. Además, se negó a dar nuevos detalles sobre el caso Villarejo (la Audiencia Nacional investiga los trabajos encargados por el banco al excomisario encarcelado), más allá de reiterar -como viene haciendo los últimos meses- que el banco está «comprometido» con aclarar los hechos y colaborar con la justicia, así como que no está teniendo impacto en el negocio y la acción. Como novedad, negó que esté perjudicando a su reputación.

El banco ganó 3.667 millones de euros entre enero y septiembre, un 15,2% menos. El descenso se debió sobre todo a la falta de resultados extraordinarios, ya que en el 2018 obtuvo unas plusvalías de 633 millones por la venta de su filial en Chile, mientras que en el presente ejercicio no ha hecho ninguna operación de venta significativa. Sin este efecto, el beneficio hubiera crecido el 1,2%.