Endesa mantiene como «hipótesis básica» que todas sus nucleares estarán cerradas para el 2035, pero al tiempo sigue dejando «la puerta abierta a todo». Así lo aseguró ayer su consejero delegado, José Bogas, antes de argumentar que «de aquí a 15 años pueden suceder muchas cosas». El mensaje iba especialmente destinado a las centrales catalanas de Ascó (2033) y Vandellós (2035), las últimas que está previsto que clausure. Tras discrepancias y con la intermediación del Ministerio de Transición Ecológica, las grandes eléctricas (Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP) firmaron hace un año un protocolo para las cinco plantas atómicas en funcionamiento que contempla su cierre escalonado entre el 2027 y el 2035 y que fue validado por el Gobierno en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Endesa, sin embargo, siempre ha dicho que es un plan «indicativo».

50 AÑOS / Bogas, así, sostuvo que las fechas de cierre se podrán mantener «si se cumplen todas las previsiones» de dicho plan y defendió que lo realmente «importante» es lograr los objetivos de reducción de emisiones contaminantes de la estrategia del Gobierno. El ejecutivo, de esta forma, dejó entrever que no descarta tener que alargar la vida de las nucleares catalanas si no es posible sustituir su producción con renovables. De hecho, Endesa sigue amortizándolas como si fueran a estar en funcionamiento 50 años, más de lo previsto, lo que de momento le ahorra 40 millones de euros al año.

También desveló que Endesa, controlada en un 70% por el grupo semipúblico italiano Enel, ha activado un plan de contingencia por el coronavirus, que incluye intentar evitar los viajes entre Italia y España. Una medida, explicó, «prudente», aunque «quizás exagerada». Endesa ganó 171 millones de euros el año pasado, un 87,9% menos que en el 2018 debido a las pérdidas contables por el cierre anticipado de sus centrales de carbón (1.469 millones) y el recorte de la retribución (404 millones) por prestar el servicio eléctrico en los territorios españoles extrapeninsulares.