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Vivienda

"El fondo buitre se está quedando con todo el barrio"

Decenas de familias de la Fuensanta, en València, están amenazadas de desahucio por Promontoria Coliseum, un fondo que ha comprado fincas enteras y notificado a las vecinas que tendrán que irse “por las buenas o por las malas”

Algunas de las vecinas de la Fuensanta, en València, amenazadas de desahucio por un fondo buitre que ha irrumpido en el barrio.

Empezó de repente. Cuando consiguieron parar el desahucio de Miriam, una señora mayor del barrio a la que querían dejar en la calle, sola y sin nada. Los días siguientes el teléfono de Narcisa no paraba de recibir llamadas. “No había tregua. Era gente angustiada porque la iban a echar de casa. Decenas de familias. A todas les estaba llegando una carta de la misma empresa”. La misma que intentó dejar sin casa a Miriam. 

Promontoria Coliseum. Así se llama el fondo buitre que sobrevuela y no deja dormir al barrio de la Fuensanta, en València, desde hace poco más de un año. Narcisa Gómez, ex vecina y activista de la PAH que coordina a las familias afectadas, fue quien dio la voz de alarma tras este primer caso. Entonces empezaron a llegar. Algo malo pasaba, y hoy ya lo saben. “El fondo buitre se está quedando con todo el barrio”. 

Ahora hay más de veinte familias asesoradas por la plataforma, pero Narcisa insiste en que son más, muchas más. Cada semana aparecen nuevos casos en las reuniones del barrio. Y aún así, explica que “muchas todavía no nos conocen, o no tienen información, o simplemente se fueron después de que les amenazaran porque les daba miedo”. 

Porque los fondos buitre amenazan. A María, su marido y su niño se lo dejaron claro: “te vas a ir de la vivienda por las buenas o por las malas”, denuncia que le dijeron. También cuenta que le ofrecieron 1.600 euros para que se fuera sin hacer preguntas y con contrato de alquiler vigente. Ella compró el piso en 2006 y pagó la hipoteca durante 10 años. Entonces se quedaron sin trabajo, consiguió una dación en pago y el banco arregló con ella un alquiler acorde a lo que podía asumir. Pero lo compró el fondo, y le dijo que tenía que irse en cuanto le acabara el contrato, en enero. Ni siquiera se paró a negociar. El caso de María Navarro es similar, pero con alquiler en lugar de hipoteca, y el de Tamara Navarro. “Estos no miran si tienes hijos (ella tiene tres) o una minusvalía (su marido), te echan y ya está”. Asegura que no se va a ir porque no tiene alternativa.

Vecinas pasan por una de las calles con más fincas compradas por el fondo buitre. M.A. Montesinos

Caso típico

En el barrio de La Torre (al lado de Fuensanta) también hay al menos diez familias afectadas por este fondo, con historias calcadas a las de este caso. Promontoria Coliseum es al 80 % propiedad de Cerberus, y se trata de uno de los fondos buitre más grandes entre los presentes en la Comunitat Valenciana, según explica María José Alamar, abogada especializada en vivienda y fondos buitre de Aliter Abogados. 

“Llevo mucho tiempo viendo prácticas de este tipo, el fondo se suele irse a los barrios donde sabe que la gente no puede pagar”, explica Alamar, que asegura que se trata de un caso paradigmático de la forma de actuar de estos fondos buitre. “Promontoria Coliseum -continua Alamar- compra paquetes de deuda a precios tirados y lo que suele hacer, al contrario que otros fondos mucho más agresivos, es una criba. Si ve que puede recuperar las casas se pone a trabajar en ello, pero si no vuelve a vender el paquete a otros fondos buitre”. 

“Recibimos muchísimas llamadas de agobio. No se puede vivir así, no se puede jugar de esta manera con la vida de las personas”, cuenta Narcisa Gómez

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Esto, cambiar de propietario tres veces, es algo común en casos de ejecuciones hipotecarias o desahucios por alquiler. “He tenido muchos casos en los que, en medio del proceso de desahucio, el banco lo vende a un fondo, este fondo a otro, y este a otro más. Va cambiando de mano varias veces y al final recae en una empresa que no acepta pagos fraccionados. Es una pérdida brutal de derechos del deudor, porque en caso de ganar ¿Cómo vamos a ir pagando la deuda?”, denuncia. 

Alamar también ratifica que existe el acoso inmobiliario, las llamadas insistentes contra los inquilinos y los ofrecimientos de dinero bajo mano. “Han llegado a decir que nos daban 6.000 euros por que se fueran”. En estos casos, Alamar recomienda que una familia nunca se ponga a hablar por sí sola con los fondos. “Que busquen plataformas o abogados especialistas, si no los fondos se dedicarán a marear y alargar plazos porque en realidad nunca les interesa negociar”, explica. 

La falta de abogados especialistas es un tema especialmente acuciante para Alamar. Dice que “en los casos de familias vulnerables pueden tener suerte y que les toque alguien del turno de oficio que sepa del tema, pero lo normal es que no. Y esto no es culpa suya, debería haber una especialidad bancaria en el turno de oficio, los abogados no tienen que saber de temas de vivienda”, dice Alamar. 

Las vecinas no se van 

Natalia Silvestre forma parte de Psicólogas sin Fronteras, una entidad con sede en el barrio y que ha tenido que ayudar con la ansiedad y angustia de las familias afectadas por intentos de desahucio. Cuenta que muchas de ellas tienen muchísimas dificultades para acceder a cualquier ayuda, bien sea por falta de estudios, o porque, sencillamente, la enorme mayoría de personas del barrio no tiene ordenador. “A eso le sumas que también hay personas migrantes afectadas que no controlan el idioma”, dice Silvestre. 

"Han llegado a ofrecer 6.000 euros por que se fueran los inquilinos", denuncia María José Alamar.

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La mayoría de familias afectadas lo son por alquiler y algunas por ocupación de vivienda. Narcisa Gómez cuenta que el estado emocional de parte del barrio también se ha resentido. “Recibimos muchísimas llamadas de agobio. No se puede vivir así, no se puede jugar de esta manera con la vida de las personas”, cuenta. 

El sobrino de Tamara recorre rápido y contento una plaza de la Fuensanta con su cochecito de juguete. Varios niños y adolescentes están juntos porque se celebra el cumpleaños de uno de los hijos de Tamara y van a poner la mesa. Pero Diego sigue de un lado para otro en su coche y se cuela en la foto por sorpresa. Su madre, María, cuenta que el abogado ha conseguido parar de momento el desahucio por vulnerabilidad, pero no sabe hasta cuando y el fondo no negocia. Explica que no tiene ninguna alternativa, porque si no ya se habría ido. Que no se va a ir. Tamara, en cambio, no ha tenido esa suerte, le quedan menos de 6 meses a ella y a sus niños. Y a decenas de familias del barrio.

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