Si algo nos ha dejado claro esta pandemia en términos de movilidad es que en el futuro nuestros desplazamientos serán neutros en carbono o no serán. Nos enfrentamos a un gran reto que nos obligará a cambiar nuestros hábitos en el transporte y a integrarlos en un nuevo modelo de movilidad descarbonizada. Infraestructuras y vehículos tecnificados y conectados entre sí. Fuentes de generación de energía sostenible en nuestras carreteras. Electrolineras a lo largo de toda la red para abastecer al coche eléctrico. Y un sinfín de elementos tecnológicos para mejorar la seguridad de nuestros desplazamientos (en busca de los cero accidentes) y descarbonizarlos (en busca de las cero emisiones).

Hablamos de un futuro, no tan lejano, en el que actualmente, el Ejecutivo español ya está trabajando. Y trabaja en la definición de un nuevo modelo de movilidad que, sin duda, debe ser sostenible desde el punto de vista ambiental, social y económico. Un modelo que debe contar con la participación, el esfuerzo y la implicación de todos los agentes políticos, económicos y sociales, pero que, sin duda, necesitará de un fuerte impulso inversor que debe nacer, como ya está pasando en otros países de la Unión Europea, de la colaboración público-privada.

El próximo año 2022 será decisivo para la construcción de una nueva movilidad, con un modelo que, como ya ha anunciado el Ejecutivo, entiende y contempla que quien contamina paga y que será extensivo a toda la red de alta capacidad española. Con esta premisa, es de máxima importancia que logremos construir una movilidad justa, verde, bien estructurada y conectada que nos permita cumplir con el Green Deal Europeo y que impulse, desde la movilidad, una sociedad inclusiva, moderna y progresista.

Desde el sector privado tendemos nuestra mano a la Administración para construir juntos este modelo justo, homogéneo y sostenible y le ofrecemos nuestro expertise y know how para adecuar nuestras infraestructuras, de las mejores de Europa, al reto de la descarbonización. Debemos asegurar las inversiones necesarias para conservar, mejorar, extender y digitalizar nuestra red viaria y así dar respuesta a los grandes retos a los que nos enfrentamos. Retos que pasan por garantizar la inversión necesaria en I+D+i para tecnificar toda la red y adaptarla, por ejemplo, al coche conectado y eléctrico, como ya están haciendo nuestros vecinos franceses con la implantación de una red de electrolineras en sus vías de alta capacidad para 2023 gracias a la colaboración público-privada. Pero antes de asumir todos estos retos, debemos garantizar la recuperación de la seguridad en muchas de nuestras infraestructuras. España acumula un déficit de conservación de 8.000 millones de euros en su red de carreteras. Son necesarias inversiones en conservación y mantenimiento de puentes, túneles y carreteras, y es necesario, por la seguridad de las personas que transitan por estas infraestructuras, acometer estas inversiones en el corto plazo.

El próximo año en el que estamos a punto de entrar, es el año de la movilidad. El año de la definición de un modelo sostenible, unificado y claro para todo el país que asegure una movilidad descarbonizada y descongestionada alineada a la de nuestros vecinos europeos. Tenemos las herramientas y la capacidad para hacer frente a este gran reto. Colaboremos juntos actores públicos y privados, y convirtámonos en un referente mundial en movilidad sostenible y conectada.