El Periódico Mediterráneo

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Falta de derechos laborales

La lucha de clases llega a las grandes plataformas digitales

Creadores de contenidos en Youtube, Instagram, TikTok o Twitch denuncian su falta de poder frente a unas empresas que no les consideran trabajadores

TikTok ha superado las 1.500 millones de descargas en la App Store y en Google Play.

Cada minuto se publican 500 horas de contenidos en Youtube, se generan dos millones de visualizaciones en Twitch, se comparten 695.000 ‘stories’ en Instagram TikTok se descarga 2.407 veces. La irrupción de las plataformas digitales no solo ha transformado el entretenimiento, sino que ha alumbrado lo que ya se conoce como la economía de creadores. En los últimos años, hasta 50 millones de personas en todo el mundo se han servido de estos espacios para compartir todo tipo de contenidos y crear una comunidad de seguidores. Divulgar se ha convertido en su profesión, pero en las plataformas esa es una ocupación sin derecho alguno.

Esta emergente industria del nuevo entretenimiento digital no para de crecer y este año superará los 104.000 millones de dólares, según un estudio de Influence Marketing Hub. Sin embargo, su florecimiento también ha expuesto conflictos por la asimetría de poder que se vive en las plataformas y por su falta de regulación. Actualmente, solo dos de los 50 millones de creadores de contenido que hay en todo el mundo son profesionales, según SignalFire. Aunque la plataforma pone la principal herramienta (el canal) y marca las condiciones de emisión y pago, aquellos que dedican muchas horas de su día a crear y compartir vídeos no son reconocidos como trabajadores, sino como colaboradores.

Los creadores usan las herramientas de Youtube, Twitch o TikTok para intentar captar la atención de la audiencia y, a cambio, las plataformas extraen sus datos y deciden cuánto pueden cobrar por esos contenidos y en qué condiciones, sin que esos colaboradores puedan negociar las tarifas, ni sean conscientes exactamente de porqué ingresan lo que ingresan, ni tampoco tengan la certeza de que en cualquier momento las plataformas decidan cambiar unilateralmente dichas condiciones. "Necesitamos más a la plataforma que ella a nosotros, hay que tener claro que es una relación desigual donde somos la parte débil", explica Roc Massaguer, que bajo el pseudónimo ‘Outconsumer’ acumula 792.000 suscriptores en Youtube y más de 112.000 en Twitch.

UGT busca mediar

Esa problemática estructural es la que ha llevado a UGT a impulsar la ‘Red de creadores de contenido’, una iniciativa para agrupar y visibilizar las protestas de 'youtubers’, ‘tiktokers’ y ‘streamers’ e intentar abrir vías de comunicación directas con las plataformas. "Si no eres un Rubius necesitas un intermediario, porque si tienes un problema no existes para las plataformas", comenta la creadora de contenidos Marta Llanos (8.940 suscriptores en Youtube).

Primero para exigir estabilidad y transparencia en las condiciones. Y, en un futuro, poder negociar mejores tarifas. "En el siglo XIX, las primeras demandas de los sindicatos se centraban en que las empresas no les cambiarán de un día para otro, literalmente, el pago por pieza. Luego ya negociaron salarios, pero lo primero era garantizar que un trabajador tuviera la seguridad de cuánto iba a ganar”, apunta Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo de la Universitat de València.

Aunque el interés por la economía de creadores se ha acentuado con su ‘boom’ durante la pandemia, hace años que éstos denuncian la falta de transparencia de los algoritmos de recomendación (que determinan el orden de aparición de los contenidos) y su indefensión ante las decisiones unilaterales de las plataformas. "El mundo digital nos coloca en una situación extraña y solo queremos una relación más fluida y clara", explicaba el divulgador científico Mauricio-José Schwarz (113.000 suscriptores) durante la presentación de este "interlocutor colectivo". Esa concienciación eclosionó en 2016, cuando Youtube cambió sus políticas y retiró la monetización de todo tipo de vídeos poco cómodos para los anunciantes. De la noche a la mañana, muchos perdieron gran parte de sus ingresos. En Alemania, los ‘youtubers’ reaccionaron sindicalizándose.

Sin embargo, eso no prosperó en España. “Como nos afecta a todos de forma distinta nos cuesta pensar colectivamente y tener mentalidad gremial. La plataforma recompensa el individualismo y es fácil creer que hemos triunfado porque somos la hostia y no necesitamos a nadie”, lamenta Massaguer, quien aplaude la gestión que pueda hacer la UGT en materia de asesoramiento laboral, salud mental y presión para los legisladores.

Si no publicas no existes

Aunque los creadores más famosos tienen cierto margen para negociar un trato especial, la inmensa mayoría no tiene ninguna capacidad de decisión. Incluso a Ibai (7,52 millones de suscriptores) le bloquearon el canal una semana por compartir un vídeo en el que un niño caía de una bici al entender que eso era "violencia infantil". Sin margen para exigir o garantizar una mejor retribución económica, los creadores quedan expuestos a un mercado digital que es una especie de casino desregulado y sin derechos laborales. El algoritmo de estas plataformas recompensa la publicación constante de contenido, así que quien aspire a obtener unos ingresos deberá invertir gran parte de su vida a la plataforma. Todo ello sin garantizar un salario.

Eso hace que el sistema incentive una lógica en la que no publicar es no existir, lo que acelera un vertiginoso ritmo de competitividad para atraer la atención de los demás. Cuanta más gente se pelea por el pastel menos son las migajas a repartir. Y eso degenera en nocivas consecuencias sobre los creadores. “Es un sistema explotador porque no pone límites”, lamenta Massaguer. “Y que alguien gane mucho dinero con ello no significa que no esté pagando un alto precio en salud y vida”. El Rubius, por ejemplo, tuvo que abandonar temporalmente su canal en Youtube (40,2 millones de suscriptores) por ansiedad.

Más allá de lo que pueda lograr la propuesta de la UGT, las turbulencias laborales seguirán creciendo en este capitalismo de plataformas. “Es un sector que cada vez generará más ingresos”, explica Todolí, “y las demandas de los creadores también irán a más”.

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