El Banco Santander redobla su apuesta por las renovables y acaba de lanzar un fondo para invertir en compañías que desarrollan su actividad en el negocio de la energía verde, según ha podido saber EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Este nuevo vehículo acaba de recibir el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), requisito necesario para comenzar a invertir. De esta forma, el banco presidido por Ana Botín vuelve a apostar por invertir directamente en el negocio de la energía limpia y amplía su acuerdo con Sancus Capital, que actúa como asesor de las transacciones del Santander.

Según consta en el folleto, el fondo Santander Iberia Renewable Energy tiene como objetivo la “toma de participaciones temporales en empresas que desarrollen su actividad en el sector de la generación de energía a partir de fuentes renovables mediante el uso de tecnología renovable, incluyendo la fotovoltaica y la eólica”. También, el fondo de la entidad cántabra contempla entrar en el capital de empresas que desarrollen proyectos relacionados con sistemas de almacenamiento o baterías para la energía verde.

Al igual que su precedesor, que se remonta al pasado verano, estará dirigido en su mayor parte a los clientes de banca privada de la entidad cántabra, que deben contar con 100.000 euros de ticket mínimo para poder participar en este vehículo. En cuanto a la estrategia, este vehículo buscará oportunidades en el negocio verde sin asumir riesgos de desarrollo (proyectos que estén en operación, en fase de construcción o con las licencias y los trámites para el ready to build) en España y Portugal.

Una de las primeras incursiones del banco en el negocio de las renovables se remonta al año 2015, cuando el Santander llegó a un acuerdo con dos conocidos gestores canadienses (PSP y el fondo de los profesores de Ontario OTPP) para montar Cubico Sustainable Investments, una plataforma de renovables valorado en aquel momento en 2.000 millones de dólares (1.768 millones de euros, aproximadamente, al cambio actual), que vendió a sus socios apenas un año más tarde. En la actualidad, esta plataforma de renovables cuenta con 3.000 MW instalados en 12 países del mundo. En España, su gran adquisición se remonta al pasado año, cuando cerró la compra de T-Solar (el antiguo negocio fotovoltaico de Isolux) por 1.500 millones de euros.

Interés inversor

En cuanto a su duración, ésta será de en torno a los ocho años, pudiendo prorrogarse el periodo de inversión en función de las transacciones y de las oportunidades que detecten. El tamaño final dependerá del interés que despierte el fondo entre los clientes de banca privada de la entidad. En este sentido, la puesta en marcha de este proyecto llega en un momento de máximo apetito de los inversores por los activos alternativos, como consecuencia de las rentabilidades más modestas que ofrecen actualmente los mercados bursátiles. En este contexto, los inversores han virado hacia activos menos frecuentes años atrás, como es el caso del capital riesgo y de las renovables, en un momento en el que la transición energética se ha acelerado al calor de la pandemia del coronavirus y de unas políticas globales que favorecen este tipo de inversiones.

Detectando este ávido interés, los bancos están trabajando para democratizar la inversión en capital riesgo y que los patrimonios más modestos puedan destinar también recursos a este nicho. Lo hacen a través de fondos específicos que montan para sus clientes, que luego gestionan terceros o sus equipos, con diferentes temáticas. Uno de los que cuenta con más trayectoria en el mundo de las renovables es Bankinter, que ha lanzado diferentes vehículos para invertir en renovables bajo el nombre de Helia. De hecho, este programa ha comenzado a dar importantes rentabilidades a sus inversores tras cerrar la venta el pasado año de una cartera de 540 MW, valorada en 1.061 millones de euros, a la compañía canadiense Northland Power.

La demonización de las sicavs

El interés de los grandes patrimonios por este tipo de inversión no es casual, al igual que la elección de la figura de la sociedad de capital riesgo a la hora de estructurarlas. Las SCR proporcionan una serie de ventajas fiscales interesantes para este perfil de inversores: cuentan con exenciones para corregir la doble imposición (las participadas de los fondos ya pagan sus impuestos correspondientes) o de una exención del 99%, algo menos frecuente en España. De hecho, este boom también se produce como consecuencia del endurecimiento en los últimos meses de la fiscalidad de otras figuras más conocidas como las sicavs.

Desde este 1 de enero, las sicavs tienen la obligación de demostrar que están conformadas por 100 socios que aporten como mínimo 2.500 euros cada uno si quieren mantener su tributación reducida al 1%. De lo contrario, tendrán que pagar el 25% de los resultados en el impuesto de sociedades. Esto ha disparado las luces de alarma entre la banca privada española, que a menudo recomendaba a estos grandes patrimonios aprovechar los beneficios fiscales que les ofrecían las sicavs.