Entre los efectos nocivos para la economía europea que ha tenido la covid-19 también se cuenta la proliferación de los artículos falsificados, muchas veces relacionados precisamente con la pandemia y sus consecuencias, como los productos sanitarios y los artículos electrónicos, afectados estos últimos por la escasez de semiconductores propiciada por el impacto del virus en las fábricas y en las cadenas comerciales. El valor estimado de estas copias y artículos pirateados no es menor: se calcula que, en 2019, sumaron 119.000 millones de euros, hasta el 5,8% de las importaciones de la Unión Europea (UE).

Según el último informe conjunto de Europol y la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), en 2020 se interceptaron aproximadamente 66 millones de artículos falsificados, frente a los 76 millones de 2019, un ejercicio en el que no se vivieron las formidables disrupciones del comercio que sacudieron el primer año de la pandemia. Además, explica el texto, las incautaciones en 2020 pudieron verse afectadas a la baja por las “dificultades añadidas a las que se enfrentaron las autoridades policiales y aduaneras para aplicar los controles habituales” a causa de la covid-19. Estas agencias detectan asimismo que los delitos contra la propiedad intelectual “han aumentado considerablemente durante este periodo”.

Antes que los originales

Así, a las categorías de productos que interesan habitualmente a los falsificadores (prendas y accesorios de lujo, tabaco, juguetes) se les suma un creciente interés de los delincuentes por “los dispositivos electrónicos o eléctricos, los teléfonos móviles y los componentes”, algunos de los cuales se fabrican ilícitamente “incluso antes de que los artículos auténticos estén disponibles para la venta”, por el gran interés que suscitan. En este sentido, Europol y EUIPO alertan de que estos criminales pueden aprovechar la creciente escasez de chips para sustituirlos por “semiconductores falsificados, como los diodos”.

En cuanto a los productos farmacéuticos falsos, se ha detectado que los “grupos delictivos falsifican una gama cada vez más amplia de medicamentos”, y que “siguen aprovechando las oportunidades que están surgiendo debido a la pandemia”, como hacer copias ilícitas de equipos de protección individual (EPI) y mascarillas. Las agencias europeas destacan que aunque buena parte de esos bienes proceden de fuera de la Unión Europea (UE), también se dan casos en los que se elaboran en laboratorios ilegales situados en territorio comunitario. Además, se ha detectado que la venta de estos productos farmacéuticos se está desplazando de los puntos físicos a los mercados digitales, “como las farmacias en línea y las plataformas de redes sociales de uso generalizado”.

Sofisticación creciente

Entre los productos más tradicionales que suelen ser objeto de copia, el informe destaca el creciente refinamiento de los delincuentes en ciertas categorías. En las bebidas, por ejemplo, se ha constatado que la falsificación "es cada vez más profesional y sofisticada", en algunos casos con "un modelo de negocio integral que abarca toda la cadena de suministro y distribución", con centros en la UE "que rellenan botellas vacías de bebidas alcohólicas auténticas y falsas". También se ha constatado que, en el tabaco, se están estableciendo "instalaciones de producción modernas y profesionales más próximas a sus mercados de destino".

Según Europol y EUIPO, además de los peligros para la salud de los consumidores por utilizar productos fabricados clandestinamente, las consecuencias de la piratería y la falsificación son devastadoras para la economía europea. En un cálculo realizado para el periodo 2013 y 2017, estas agencias calculan que la pérdida de ventas en la UE por estos motivos ascendió a más de 83.000 millones de euros al año, lo que generó unas pérdidas totales de ingresos fiscales de unos 15.000 millones y la desaparición de 671 000 puestos de trabajo.