Para llegar a Madrigal de las Altas Torres (Ávila) desde Arévalo, uno tiene que cruzar por la por la CL-605 campos enteros de cultivo, trufados por parcelas con placas solares. El verde propio del cereal predomina en esta época del año, pero cada poco descollan aquí y allá parcelas enormes de un amarillo casi fluorescente que al perfilarse a lo lejos con el cielo parecen formar la bandera de Ucrania.  

"Ya no es un cultivo aislado, mires donde mires, ves amarillo", cuenta subido a su tractor Manuel, agricultor de esta localidad conocida sobre todo porque vio nacer a Isabel la Católica hace casi seis siglos y que es eminentemente agrícola: acumula la friolera de 11.900 hectáreas de cultivo, donde la colza cada vez gana más peso. 

Es así en verdad en toda Castilla y León, paradigma del auge de esta planta oleaginosa de cuya semilla se extrae aceite y que está maldita en nuestro país después de la fatídica intoxicación de la colza de hace 41 años. 

Entonces una partida de aceite de colza desnaturalizado, adulterado, provocó la mayor crisis sanitaria de nuestro país, con más de 20.600 afectados y más de 5.000 fallecidos por un síndrome tóxico que solo ocurrió en España.

"La colza sigue teniendo ese estigma en nuestro país, de hecho aquí se exporta la mayoría, aunque lo comemos oculto en lo que en las etiquetas llaman los aceites vegetales", advierte Manuel, que este año ha plantado "más o menos las mismas hectáreas" que el año pasado. 

En otros países, como Francia, Alemania, Países Bajos o Reino Unido, sin embargo, el uso del aceite de colza es mayoritario para cocinar.  

Oro puro

A la entrada al pueblo, rodeado por centenarias murallas desdentadas por el paso del tiempo, varias plantaciones de colza despuntan sobre las demás, al estar en plena floración, que dura alrededor de dos meses.  

De los cogollos de cada flor salen unas vainas de las que nacen los granos de colza, una especie de perdigones de tres milímetros que ahora mismo son oro puro: la tonelada de grano de colza se paga a entre 800 y 850 euros. El año pasado se abonaba en torno a los 500 euros. 

Es su máximo histórico, debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha paralizado las exportaciones de cereal en toda esa zona, considerada el mayor granero de Europa.   

"Tanto el girasol como la colza están en precios que no son normales, por la guerra, pero lo cierto es que en el caso de la colza hay una subida progresiva de la producción en los últimos ocho años porque ayuda a mejorar las condiciones del suelo", señala David Erice, técnico de cultivos herbáceos e industriales de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). 

Para Erice, el aumento a la producción de colza en nuestro país se debe principalmente a que permite ampliar la rotación de los cultivos, lo que mejora la calidad de los terrenos y a un precio que ha ido subiendo progresivamente, fruto sobre todo de malas cosechas en otros países, sobre todo en Francia, lo que ha hecho pinchar su producción. 

Vista de una planta de colza en una zona de cultivo de Madrigal. ALBA VIGARAY

Según datos de la UPA, de 2020 a 2022 se ha pasado de 71.473 hectáreas plantadas a 99.387, lo que supone un crecimiento del 28%. La mayor productora es Castilla y León, con 47.870 hectáreas, seguida de Cataluña, con 17.239, y Castilla La Mancha (12.289).

"La llave está en el clima de España, tenemos capacidad para producir más colza que nadie. En Francia, por ejemplo, tienen muchas heladas", señala Ventura Rodríguez, agricultor de Madrigal, que planta principalmente cereal pero que este año ha pasado de 40 hectáreas dedicadas a la colza a 55. 

Semilla más resistente

Ventura tiene sólo 29 años, pero lleva entregado a las labores de la tierra desde los 14 años, con su padre. Licenciado en Ciencias de la Salud, habla rápido, demostrando que es una enciclopedia del campo, y sobre todo del terreno de Madrigal, una zona principalmente de secano -de regadío en perforación es solo un 10% de la tierra-. "Mira", dice señalando uno de los cultivos, "cuanto más junta está la planta más se estira". 

Según Ventura, la semilla de colza de la actualidad no tiene nada que ver con la de hace diez años. Ahora es híbrida, de cruce de macho y hembra, y es "más resistente a las sequías y a las enfermedades", si bien es un cultivo que tiene cierto problemas de nesciencia en secano y asume un "sobrecoste" en los fitosanitarios (herbicidas, insecticidas...). Además, suele tener unos ataques del pulgón bastante fuertes. 

"La gente se dedica a la colza porque es buena para jugar con la rotación de los terrenos, pero es cierto que es un cultivo rentable y atractivo", confirma Ventura, que dice que es muy buena plantación para interponer entre un barbecho y una cosecha de cereal, por ejemplo.

 Y es que la PAC (Política Agraria Común) exige diversidad de plantaciones para favorecer la biodiversidad: tienes que tener cada año al menos tres cultivos distintos en tu explotación y se debe rotar el 40%.  

Una plantación de colza con el perfil de la localidad de Madrigal al fondo. ALBA VIGARAY

En España, los productores de esta planta oleaginosa venden a dos empresas: a Acor, en Olmedo (Valladolid), que produce biodiésel con la colza, y a la comercializadora Glencore, que importa el 100% a Francia. 

En el caso de la colza y el girasol, que estaba a la baja hasta la guerra en Ucrania -el año pasado se plantaron sólo 600.000 hectáreas-, tiene un pago acoplado (subvención) de 58 euros por hectárea. 

"Con eso no cubres ni el 30% del coste de producción", aprecia Ventura, que explica que una hectárea, dependiendo del año y de las condiciones atmosféricas, puede producir entre 1,5 y 3 toneladas de colza. 

Su coste de producción por hectárea ha aumentado notablemente -como en todos los cultivos- por la subida del precio del gasóleo y los fertilizantes, y se sitúa entre 800 y 850 euros, por lo que se le podría sacar de beneficio, en el mejor de los casos, 1.600 euros a cada hectárea. "Si sigue el precio como hasta ahora la producción seguirá en aumento", detalla el agricultor. 

"La colza tiene complicaciones de manejo pero se va implantando poco a poco como una alternativa a la bajada del girasol, cuyos cultivos habían retrocedido hasta este año un 30%", aprecia el técnico de herbáceos de UPA, que destaca que en el momento de plantarse, a finales de septiembre, la colza puede sufrir problemas porque es "bastante delicada, una helada o la falta de agua les puede hacer daño", aunque luego "tiene más posibilidades de ir a éxito". Un éxito que puede situar a España como potencia en la producción de la colza.