La patronal y los sindicatos dan por rotas las negociaciones para un nuevo acuerdo salarial este año. Así lo han hecho público las partes este jueves, tras mantener los últimos contactos y constatar que no ven margen para una entente que guíe la negociación colectiva y arroje a un ciclo de conflictividad laboral en la negociación de convenios colectivos.

La CEOE CCOO UGT no han conseguido acordar cómo repartirse los costes de la inflación y la guerra y se levantan de la mesa este año, dejando al albur de cada federación y cada sector el consensuar (o imponer) los incrementos salariales para los próximos años. Con el riesgo de que ello desemboque en un ciclo de huelgas que ya se están cociendo en varios sectores de la economía española, como es el caso de los centros de atención telefónica (prevista la primera para el 13 de mayo).

El Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) es una especie de 'convenio de convenios' que las cúpulas de CEOE, Cepyme, CCOO y UGT renuevan cada tres años. Su objetivo es dar a sus federaciones y sectores una guía para cuando se sienten a negociar convenios tengan una referencia sobre qué incrementos salariales proponer. No es vinculante, pero ayuda a desencallar negociaciones difíciles. El último lleva caducado desde el 2020, la pandemia dificultó renovarlo y ahora la inflación va a alargar un poco más el bloqueo.

La negociación no ha sido fluida en ningún momento y durante los dos últimos meses los agentes sociales han tratado de encontrar una fórmula que permitiera que los trabajadores no perdieran poder adquisitivo y que las empresas conservaran suficientes márgenes para no perder competitividad. No ha sido posible y, ante el callejón sin salida al que se han ido arrinconando las partes, se han roto las negociaciones.

Las cláusulas de revisión, el escollo principal

Las centrales abogaban por generalizar las cláusulas de revisión salarial, lo que permitiría pactar incrementos salariales más parcos ahora y luego compensarlos a final de año según lo que haya subido la inflación. La patronal no quería hablar de ello e impuso un veto frontal a esta fórmula, ante el previsible encarecimiento de costes laborales que ello le hubiera supuso. La presión desde varias federaciones hacia la cúpula dirigida por Antonio Garamendi para que no aceptarse esta vía ha marcado el final de las negociaciones.

Ya el año pasado los salarios pactados por convenio perdieron poder adquisitivo, subiendo estos el 1,5% de media y cerrando el IPC medio en el 3,2%. Y este año van por el mismo camino, aunque con una mayor holgada diferencia. Hasta marzo el sueldo por convenio estaba en el 2,4%, mientras que la inflación evoluciona al 8,4%, un diferencial de más de seis puntos que habrá que ver como cierra el año. Ante dicha disparidad, el escenario de huelgas está servido. Ya hay conflictos en el metal de Barcelona o los hubo y se desactivaron 'in extremis' en la limpieza de Barcelona y Hospitalet de Llobregat, entre otros.

Las centrales no han conseguido sacar a la patronal de su enroque. Ya centraron los sindicatos su Primero de Mayo más en reclamar mejores salarios que en festejar la reforma laboral. Y el miércoles la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, les echaba un capote apremiando a la CEOE a que se sentara a negociar y aceptara mejores condiciones salariales. No ha surtido efecto y la patronal decidirá sus propias recomendaciones salariales para sus asociados. Como muestra, el sueldo de la plantilla de estructura de CEOE vio aumentar sus nóminas este año el 2,1%.