La morosidad bancaria sigue sin aparecer. Ni la crisis provocada por la pandemia ni los crecientes problemas económicos que está causando la espiral inflacionista han hecho de momento que los impagos de créditos aumenten. La tasa de préstamos de dudoso cobro bajó en junio del 4,08% al 3,8% de los créditos totales, con lo que cayó por debajo del 4% por primera vez desde enero de 2009 y alcanza su nivel más bajo desde los albores de la Gran Crisis Financiera. Por ponerlo en perspectiva, en diciembre de 2013 llegó a alcanzar un máximo histórico del 13,77% y en diciembre de 2019, justo antes del estallido del coronavirus, se situaba en el 4,78%.

Según los datos que ha publicado este viernes el Banco de España, la mejora de la tasa se debió al buen comportamiento de los dos elementos que la forman. Así, los créditos a empresas y familias aumentaron un 0,9% respecto a mayo, hasta los 1,182 billones de euros. Todavía no se ha producido, por lo tanto, la caída en la demanda que augura el Banco Central Europeo (BCE) por la inflación. Los activos impagados, por su parte, bajaron un 6,3%, hasta los 44.973 millones. 

Lo habitual cuando la economía atraviesa problemas es que los impagos de los créditos aumenten por las dificultades de hogares y empresas para hacer frente a sus deudas debido a la caída de sus ingresos. Sin embargo, el apoyo sin precedentes desplegado por el sector público al privado en los últimos dos años y medio explica que la morosidad no haya dejado de bajar. Desde el estallido de la pandemia, así, los préstamos al sector privado han aumentado en 47.366 millones y un 4,2%, mientras que los impagados se han reducido en 9.328 millones y un 17%.

Recta final

Dicha mejora, sin embargo, encara su recta final. Autoridades y bancos prevén desde la pasada primavera que la tasa de impagos comience a crecer en torno a este verano y lo haga de forma sostenida en los meses siguientes. La dimensión de ese alza dependerá del impacto en la economía de la espiral inflacionista, agravada por la guerra en Ucrania y el posible corte del suministro de gas ruso a Europa. El sector, en cualquier caso, confía en que sea un alza manejable y estima que la subida de tipos que está impulsando el Banco Central Europeo (BCE), con el consiguiente encarecimiento de las cuotas, será asumible para sus clientes.

Además de la pérdida de poder adquisitivo de hogares y empresas provocada por la escalada de precios, otro factor clave es que entre abril y noviembre vencerán la inmensa mayoría de las carencias en el pago del principal de los créditos a empresas con el aval público del ICO. A partir de entonces habrá compañías que no podrán hacer frente a las cuotas de los préstamos, ya que deberán pagar el capital además de los intereses, lo que en principio provocará que la morosidad comience a crecer a partir de julio o agosto (para que un crédito sea considerado moroso debe acumular tres meses de impago). Las autoridades, eso sí, prevén que no entren todas en mora de golpe, sino que sea un proceso gradual que se alargue unos meses.

Los riesgos latentes, además, no han parado de crecer. Según los últimos datos del supervisor, los bancos tenían al cierre de diciembre unos 94.000 millones de euros en vigilancia especial en España por su alto riesgo de impago, lo que equivale al 8,1% de la financiación que tenían concedida a empresas y hogares y supone un crecimiento del 1% desde junio y del 14% en doce meses. Y ello antes del impacto de la invasión de Ucrania.

Alza manejable

El pasado marzo, tras el estallido del la guerra, la banca estimaba que la morosidad subiría hasta situarse entre el 5% y el 6% en la segunda mitad de este año. Es decir, muy lejos del 11-15% que se calculaba al principio de la pandemia o el 5-8% que se esperaba a mediados del año pasado. La elevada incertidumbre sobre la duración y consecuencias en la inflación del conflicto bélico, sin embargo, ha ensombrecido el panorama y hecho más difícil hacer un cálculo.

Los impagos son una variable clave del negocio bancario porque la regulación obliga a las entidades a reservar dinero para hacer frente a las pérdidas que le provocarán los créditos en mora con el objetivo de que no se vea afectada su solvencia. Por tanto, cuánto mayores sean dichos préstamos impagados, menos rentables son las entidades y menos recursos tienen para financiar a familias y compañías, con el consiguiente impacto en el crecimiento económico.