La Comisión Europea ultima ya el esquema sobre cómo será el futuro mecanismo de corrección con el que contener los precios del gas en casos de emergencia, solicitado por los líderes durante el último Consejo Europeo. Según un documento de trabajo distribuido entre los Veintisiete Estados miembros, al que ha tenido acceso El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibéricas, la idea es establecer un tope de seguridad para el precio de los derivados del TTF (el índice holandés de referencia en el mercado mayorista europeo del gas) del mes anterior. Este tope se activaría si la base del precio TTF alcanza “un nivel predefinido” y “si la subida de precios no se corresponde con una subida similar a nivel del mercado mundial" (comparación con los precios del GNL).
Según argumenta la Comisión, poner un tope a la cotización de los futuros de gas con entrega prevista para el mes siguiente implicará menos riesgos que aplicarlo a los productos al contado o con un día de antelación que podría desencadenar problemas de suministro y de liquidez de los mercados a corto plazo. “Para garantizar un efecto inmediato, se propone que los valores para activar el mecanismo se fijen de antemano, con el objetivo de evitar largos procedimientos de toma de decisiones que podrían retrasar considerablemente su activación y el efecto previsto de amortiguación de los precios”, argumenta la Comisión en un breve análisis en el que de momento no figuran cifras, ni sobre el tope del precio ni sobre la cifra que desencadenaría la activación del mecanismo de corrección.
El Ejecutivo comunitario presentará las líneas maestras sobre este futuro tope en la reunión de embajadores prevista este miércoles antes de presentar una propuesta legislativa a tiempo para el Consejo de Ministros de Energía extraordinario del próximo 24 de noviembre. El llamamiento a establecer un tope europeo al precio del gas lleva desde hace meses sobre la mesa de los Veintisiete, a petición de Italia o Bélgica, aunque las reticencias de Estados miembros como Alemania o Países Bajos han frenado cualquier avance en este sentido.
Ambos países temen que establecer un tope aumente el riesgo de abastecimiento y reduzca los incentivos para reducir el consumo de gas. De hecho, el documento preparado por la Comisión también se hace eco de las ventajas e inconvenientes que tendría establecer un mecanismo de corrección y aclara que deberá incluir un freno de seguridad que permita dejarlo sin efecto en caso de problemas.
“Con vistas a posibles cambios en la situación del mercado y para poder reaccionar ante posibles consecuencias negativas no deseadas del límite de precios, deberían incorporarse a la propuesta salvaguardias eficaces que garanticen que el mecanismo pueda suspenderse en cualquier momento si diera lugar a graves perturbaciones del mercado que afectaran a la seguridad del suministro y a los flujos intracomunitarios. El límite de precios se desactivaría automáticamente si una revisión mensual demuestra que ya no se dan las condiciones para su activación”, señala la Comisión.
