Energía

El fin del tránsito de gas entre Rusia y Ucrania eleva la incertidumbre sobre su precio al inicio del invierno

Lejos de la situación vivida en la crisis energética, Europa vive una nueva fase protagonizada por la volatilidad que provoca su mayor dependencia de la disponibilidad de barcos

Pieza de un gasoducto.

Pieza de un gasoducto. / AP

Sara Ledo

Sara Ledo

Casi una semana después del inicio del invierno y a pocos días para el final del contrato de uno de los dos gasoductos que todavía transportan gas ruso a Europa, la incertidumbre sobre el precio del gas aumenta. Con un precio entre los 40 y los 50 euros, el doble de lo que hubiera sido habitual antes de la crisis energética, el nuevo 'statu quo' de esta materia prima eleva la presión sobre los consumidores de cara al año que empieza.

"El fin del acuerdo de tránsito entre Rusia y Ucrania supondrá una pérdida neta de unos 15.000 millones de metros cúbicos de gas, lo cual deja un mercado muy ajustado y por eso estimamos un precio de 40 euros (de media en 2025) con posibilidad al alza. Si el invierno llegase a ser frío podríamos ver saltos hasta los 70 euros", se atreve a pronosticar Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados de Bank of America.

En cualquier caso, y como referencia, nada tiene que ver la situación actual con la vivida en la crisis energética, cuando el precio de esta 'commodity' llegó a alcanzar los 300 euros. Lo que ocurrió entonces fue un 'shock' de oferta, al cortarse de golpe el 40% del gas que llegaba a Europa, según explica el analista de Ignis, Pedro Cantuel. No se espera que eso vuelva a suceder, lo que no quita que el mercado esté tensionado porque el balance entre oferta y demanda todavía no se ha resuelto, a pesar de que la industria y el sector eléctrico redujo el consumo y Estados Unidos ha repuesto casi la totalidad del suministro ruso, añade.

Europa vive en una nueva fase marcada por las importaciones de gas a través de barcos. Y eso hace que cualquier decisión o cambio en la oferta o la demanda a nivel internacional tenga eco en el precio de esta materia prima. "El GNL da menor seguridad de suministro porque no tienes asegurado el gas. El barco puede cambiar de destino en cualquier momento y eso implica una mayor volatilidad de los precios, mientras que el gasoducto es una tubería conectada entre dos países en la que la materia prima entra por un lado y sale por el otro al precio acordado", explica Cantuel.

Fin del contrato entre Rusia y Ucrania

La empresa estatal ucraniana de gas Naftogaz y la rusa Gazprom acordaron el tránsito de gas hacia los mercados europeos entre 2019 y 2024, aunque el año pasado apenas transitaron por el tubo una cuarta parte del volumen previsto (entre 40.000 y 60.000 millones de metros cúbicos anuales). "No vamos a prolongar el tránsito de gas ruso ni a dar la posibilidad a Rusia de utilizar miles de millones adicionales para la guerra", afirmó a mediados de diciembre el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, tras participar en la cumbre de líderes europeos en Bruselas, según recoge Europa Press. "No hay contrato y es imposible firmarlo en 3 o 4 días", coincidió el jueves pasado el presidente ruso, Vladimir Putin, según recogen las agencias Interfax y Tass.

"El impacto del fin de ese contrato será mínimo porque el mercado ya lo ha interiorizado y Europa se ha ido preparando con plantas de regasificación nuevas. Otra cosa es lo que ocurrirá en Austria y otros países que están más expuestos a esos flujos (como Eslovaquia, Hungría o la República Checa), a quienes sí podría afectar, pero no creo que tenga impacto en los precios en España", afirma el vicepresidente y jefe de gas y electricidad de la consultora energética Rystad, Carlos Torres. "Es oferta y cuando la quitas tienden a subir los precios, pero la prima de riesgo ya estaba en el mercado. Si se renueva el contrato amortiguará un poco los precios y sino no creo que cambie demasiado", coincide Cantuel.

Invierno frío

A esto se suma que este invierno parece que será más frío de lo habitual en los últimos años y eso se empieza a notar en la demanda de gas para las calefacciones de los hogares y la generación de electricidad, que han impulsado el ritmo de vaciado de las reservas de gas. Los almacenamientos, que estaban en noviembre al 95% de capacidad, se sitúan ahora por debajo del 75%, según los datos de Gas Infraestructure Europe (GIE). Muy lejos de la escasez, pero por debajo del 86% que había en el mismo momento de 2023 y del 83% en 2022.

Ese mayor ritmo en el vaciado de los tanques podría tener impacto en el precio de los próximos meses, pero también en verano. "Creo que los niveles de almacenamiento bajarán bastante durante el invierno y la demanda durante el verano será alta. Eso causará menos estacionalidad en los precios, porque si la demanda en verano bajara bajarían los precios, pero si se tiene que importar gas natural para volver a llenar los almacenamientos los precios irán al alza", explica Carlos Torres.

Presión asiática

Y a esto se suma una tercera variable, la demanda de gas asiática, que sigue en aumento. "Si Asia necesita GNL la única alternativa de Europa es aumentar el precio que está dispuesta a pagar para cambiar el rumbo de los barcos y que en vez de a Japón, China y Corea vengan al continente", explica Pedro Cantuel. Eso ocurre porque Europa no tiene contratos de largo plazo y Asia sí, de forma que si el Viejo Continente quiere acceder a ese gas tiene que acudir al mercado diario y pagar una prima.

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