La tecnología blockchain ha revolucionado Internet en los últimos años, pero las posibilidades que abre se extienden y afectan cada vez más al mundo analógico. Primero fueron las criptomonedas y desde hace unos meses el concepto de moda son los NFT. ‘Non fungible tokens’ o tokens no fungibles en español, pueden traducirse como activos digitales únicos. Y en ese último concepto parece estar la clave de su reciente éxito. Las criptomonedas como el Bitcoin también son tokens (o activos), pero son indistinguibles entre sí y son intercambiables. Lo mismo da uno que otro. Sin embargo, los tokens no fungibles son únicos e introducen el elemento de la exclusividad, ya que esa cadena de bloques mediante la que se crean y se adquieren permite rastrear en todo momento a su propietario.

El experto y profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Víctor García-Font, explica la diferencia entre criptomonedas y NFT: "Los segundos los podemos asociar más con cromos coleccionables que con monedas". Así, mientras no se puede distinguir (ni importa) entre un billete u otro y solo se le otorga relevancia a su valor, lo relevante de un NFT es la propiedad y aquello que lo hace diferente. "Los tokens no fungibles son muy distintos a las criptomonedas, ya que aquí sí que nos importa el activo concreto que poseemos. No es lo mismo tener un token de Leo Messi que de cualquier otro jugador", prosigue García-Font.

Y es que los NFT se abrieron camino en el mundo del arte, pero en los meses recientes muchos sectores se han lanzado a probar suerte en este nicho animados por la experiencia reciente con las criptomonedas, pese a que las voces que alertan sobre su componente especulativo son similares. Muchos dejaron pasar aquel tren y ahora tratan de subirse a este, que en cualquier caso ya está también en marcha. La mayor prueba de la fiebre de los NFT son las cifras de volumen de negocio que ha alcanzado en pocos meses.

Según las páginas especializadas que rastrean la actividad del mercado de las NFT, desde su inicio ya han movido más de 12.000 millones de dólares en ventas. Las posibilidades son casi infinitas: ilustraciones, vídeos, fotografías, animaciones, películas, música y hasta tweets... Todos estos archivos digitales se pueden convertir en NFT en una determinada blockchain (Ethereum es la más popular) por un precio que oscila entre 100 y 300 euros en función de la congestión que presente la red en ese momento.

Así lo explica Miquel Tolosa, CEO de la plataforma de descarga musical MonkingMe, compañía joven formada en Lanzadera, la aceleradora de Juan Roig, y que está ampliando su negocio para adentrarse en este segmento en plena expansión.

El NFT más caro se vendió por 69,3 millones en una subasta

"Si sabes programar puedes crear tú mismo tu NFT, pero ya han surgido muchas empresas intermediarias que te ofrecen este servicio", cuenta Tolosa. Una vez con el NFT generado, los vendedores suben sus creaciones a plataformas de compraventa como OpenSea -empresa que hace escasas semanas ha levantado 150 millones de dólares y que está respaldada por algunos de los principales fondos de capital riesgo de Silicon Valley- o SuperRare, donde pueden ponerlas a la venta por un precio fijo o subastarlas entre los usuarios de la página. Inicialmente solo se permitían los intercambios con criptomonedas, pero muchas se han abierto ya a las transacciones con monedas tradicionales.

Subastas en Christie's

Esa posibilidad de venta al mejor postor ha hecho que algunas creaciones hayan alcanzado registros desorbitados. Este verano, un niño británico de 12 años obtuvo casi 340.000 euros de una colección de 3.000 imágenes digitales y, en octubre, la casa de subastas Christie’s batió el récord del precio pagado por un NFT: 69,3 millones de dólares.

En todos los casos son piezas que cualquiera puede descargarse en su ordenador y reproducir sin problemas, pero solo los compradores obtienen el certificado de ser el propietario original de esas obras, una rúbrica que se incluye y conserva en el blockchain y que convierte a cada pieza en única, haciendo imposibles ahora mismo las falsificaciones.

Esa garantía de autenticidad es uno de los puntos fuertes que señalan tanto García-Font como Tolosa. "Hay una gran diferencia entre ser el propietario y poder demostrarlo. El sentimiento de propiedad ha llegado a Internet", explica el CEO de MonkingMe, que aunque admite el elemento de especulación que puede haber detrás de ciertas compras a precios "astronómicos" detecta un "cambio de paradigma en el que lo importante no es revender sino poseer".

Sin embargo, algunos usuarios que se lanzaron a comprar en los inicios, que se remontan a hace cuatro años, se han hecho de oro especulando con NFT. Han alcanzado retornos de inversión del 1.000.000% en menos de tres años al adquirir una imagen digital por 443 dólares en 2018 y venderla en agosto de este año por 4,4 millones.

García-Font señala por último el "potencial disruptivo" que esta tecnología tiene en el mundo virtual. Sobre todo en los videojuegos, un sector en el que hay muchos objetos ficticios que si se convierten en NFT pasan a ser únicos y de un solo jugador, lo que abre la puerta a "comerciar de forma global" con estos activos.