Miriam tiene 20 años y, desde hace dos, mantiene una relación con Álex, un chico que conoció en la universidad y con quien congenió enseguida. Pero, a pesar de que Álex sea un chico inteligente y simpático, o de que compartan gustos y aficiones, Miriam no es feliz con él. Las discusiones son constantes, el desinterés de Álex (presente desde el principio de la relación) hace que Miriam se sienta infravalorada, pero cuando se lo recrimina él le dice que es "una exagerada" o que "todo le sienta mal".

Miriam sufre mucho, porque incluso siendo consciente de que no es feliz con él, no se ve capaz de cortar esa relación. Piensa que no va a encontrar a nadie más que le quiera o que le haga sentir lo que siente por Álex. Sus amigas, familiares y seres queridos le dicen que rompa con él, que "se merece algo mejor". Pero esto solo hace que generarle más frustración, pues siente que no puede cumplir las expectativas que su entorno proyecta sobre ella.

La dependencia emocional

Es probable que conozcáis a alguien que haya pasado (o incluso vosotros mismos hayáis vivido en vuestra propia piel) por una situación parecida a la de Miriam. En ese caso sabréis la importancia de educar a los hijos para que sean capaces de construir relaciones sanas y no caigan en las garras de la dependencia emocional. Pero… ¿qué es la dependencia emocional? ¿Podemos evitar que nuestros hijos e hijas forjen relaciones dependientes? ¿Cómo deberíamos actuar si nuestra hija/o tiene una relación de este tipo?

La psicóloga y terapeuta de parejas María Esclápez nos explica que "la dependencia emocional es la forma de relacionarnos con los demás de manera patológica. Cuando hablamos de una relación dependiente, hablamos de un vínculo disfuncional". Por ejemplo, María señala que una relación es dependiente cuando:

-Hay una falta de equilibrio.

-Cuando se tiene la sensación constante de que algo no va bien en la relación.

-Cuando la relación es intermitente (ahora sí estamos juntos/as, ahora no) y parece que sigue es un ciclo eterno de conflictos y reconciliaciones.

-Cuando se tiene la sensación de estar viviendo en una montaña rusa emocional.

-Cuando la prioridad absoluta es la pareja y la estabilidad emocional depende de la pareja.

-Cuando hay baja autoestima, pánico a la ruptura, miedo a la soledad, inseguridad y celos mal gestionados.

-Cuando se tiene a la pareja idealizada.

-Cuando hay necesidad de afecto, refuerzo y atención constante.

-Cuando hay necesidad de saber qué hace la pareja constantemente.

-Cuando hay desgaste emocional y sensación de estar sufriendo.

-Cuando el sexo es casi una obligación para intimar y/o cuando existe una lucha de poderes ante los conflictos (sensación de a ver quién puede más).

La influencia de nuestro ejemplo en las relaciones de nuestros hijos e hijas

Aunque pensemos que no tiene nada que ver, nosotros (madres y padres) tenemos una influencia tremenda en la configuración de las relaciones de nuestros hijos e hijas. Y esto, como siempre, recae en el peso del ejemplo. La psicóloga Patricia Ramírez nos explica que "si nuestros hijos ven en casa que las discusiones, alzar la voz o las faltas de respeto son algo 'normal' en las relaciones, seguramente lo repetirán. Si aprenden que nos tienen que obedecer a la primera, si la manera de que los padres tengan poder es a través del grito y el autoritarismo de 'aquí mando yo', también lo van a trasladar a futuras relaciones. Si les sobreprotegemos y evitamos continuamente que se enfrenten a situaciones, tomen decisiones y tengan autonomía, seguramente llevarán esa relación de dependencia a sus futuras relaciones".

A esto, María Esclápez añade que "la forma que tenemos de relacionarnos con nosotros/as mismos/as y los demás es el reflejo de lo que hemos aprendido de la relación de nuestros padres, de nuestra propia relación con los padres y lo que éstos nos han enseñado de cómo relacionarnos con el mundo que nos rodea”. Por eso es tan importante que "los padres se deconstruyan primero en lo que respecta a la idea del amor y las relaciones de pareja, para luego poder ayudar a sus hijos a desarrollar relaciones de manera funcional".

¿Podemos evitar que nuestros hijos e hijas construyan relaciones dependientes?

Patricia Ramírez apunta que "no podemos evitarlo, pero podemos prevenir hablando en casa sobre qué es el amor, las relaciones de pareja saludables, sobre los valores importantes en una pareja, el respeto, la comunicación… podemos educarles para que tengan autonomía, para que aprendan a relacionarse con otras personas, hablarles sobre relaciones tóxicas, parejas, valores, amor…".

También debemos "educar desde bien pequeños/as a los niños/as en asuntos de apego, afectividad, emociones y autoestima para que lo tengan todo muy claro antes de iniciar cualquier tipo de relación. Y si ya son adolescentes, entonces pueden compartir información aprendida previamente, utilizar cualquier excusa para sacar el tema y ver qué opinan al respecto para generar un debate amistoso en el que se compartan opiniones y se recomienden libros, documentales o perfiles divulgativos. Lo ideal es que se actúe desde la prevención, aunque a veces sólo se pueda actuar desde la intervención, y aun así, nunca es tarde", señala María Esclápez.

¿Cómo actuar si nuestro hijo o hija tiene una relación de dependencia emocional?

En el caso de detectar que nuestra hija o hijo tiene una relación dependiente, Patricia Ramírez nos recomienda "no insistir en que rompa la relación, porque así es muy difícil que te haga caso. Lo primero que hay que hacer es escuchar, saber qué ocurre, tratar de empatizar y hacerle preguntas para invitarle a que reflexione: “¿cómo te sentirías tú si estuvieras sola?, ¿cómo te sentirías si continuas en una relación de este tipo?, ¿qué consecuencias le ves?, ¿qué consejos le darías a un amigo tuyo que estuviera en esta situación? ¿cuáles son los miedos que te genera romper? Y, a raíz de esto, preguntar: “¿Quieres saber qué haría yo?,¿qué apoyo te puedo dar?, ¿quieres que vayamos a un profesional que te pueda aconsejar?".

María Esclápez añade: "Yo aconsejo siempre acompañarlos a la consulta de un/a psicólogo/a experto/a para que les ayude a salir de ahí, y si se niegan rotundamente, que al menos vengan los padres a informarse de lo que pueden hacer. Las relaciones dependientes no tienen tratamiento, la única manera de tratar a la persona es acompañándola durante el proceso de empoderamiento y ruptura, pero eso es algo muy difícil porque es como si se tratara de una adicción; son relaciones que enganchan".

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