¿Hemos intentado comunicarnos con nuestro hijo adolescente y no nos quiere responder? ¿No sabemos cómo sacar un tema de conversación con ellos? ¿Creemos que les pasa algo y no nos lo quieren contar?

La adolescencia suele ser la etapa más temida por los padres y madres. Es un periodo en el que nuestros hijos empiezan a buscar la independencia, a despegarse de nosotros y encontrar su propio yo. Sin embargo, como apuntó Nayara Malnero en esta ponencia: “Que la adolescencia sea un momento de independencia no significa que no nos necesiten, nos necesitan todavía más”.

Por eso, para poder comprenderles, comunicarnos y conectar con ellos, nuestro acercamiento, por mucho que queramos que permanezcan con su misma actitud de la infancia, tiene que adaptarse a su edad y a su etapa de adolescente tanto en el plano emocional como intelectual.

Cuando los adolescentes no quieren comunicarse con sus padres, ¿qué podemos hacer?

  • Comunicar en positivo: Aunque nuestros hijos no se quieren comunicar con nosotros, como padres y madres tenemos que insistir a través de mensajes mensajes breves, concisos, precisos y claros y, por supuesto, formulándolos en positivo. Eva Bach nos proporciona algunos ejemplos en el curso “Comunicación con adolescentes”: decirles lo que quiero en lugar de lo que no quiero; en lugar de “no me chilles”, “háblame bien”. La confianza y el amor incondicional, aunque parezca que no los necesitan, les va a permitir irse soltando y que comiencen a hablarnos.
  • Transmitir y exigir respeto: No podemos ridiculizar a nuestros hijos por ser adolescentes o lanzarles mensajes como “estás en la edad del pavo”. Somos ejemplo para nuestros hijos, si nos comunicamos con el resto de personas con respeto, ellos también nos imitarán (consciente o inconscientemente).
  • Recuperar la confianza perdida: Para que podamos ir recuperando la comunicación con los hijos es indispensable que les transmitamos confianza y que ellos confíen en nosotros. Para ello, hay que trabajar la empatía, escucharles y ser asertivos.
  • Si no quiere comunicarse con nosotros, intentemos que lo hagan con otra persona de confianza.
  • Buena comunicación desde la infancia: Una buena adolescencia comienza desde la infancia, como ya nos decía en esta entrevista el profesor y cofundador del proyecto aprendeaeducar.org, Francisco Castaño. Si se trabaja desde pequeños la empatía, la gestión emocional, la confianza y se marcan los límites, cuando lleguen a adolescentes, los problemas comunicativos se van a solucionar de mejor manera. Por ejemplo, si un adulto no ha compartido sus sentimientos con sus hijos y tampoco ha trabajado con ellos la gestión emocional, es muy complicado que en la adolescencia los hijos exterioricen sus emociones y conflictos.

No entiendo los nuevos intereses de mi hijo

Nuestros hijos e hijas en la adolescencia comienzan a desarrollar nuevos intereses que quizás no lleguemos a entender. Por eso, es importante intentar hacer un ejercicio de humildad y escuchar u observar aquellas cosas que cuenta, comenta o juega para conocer qué le interesa o cuál es su punto de vista sobre un tema en concreto. “Una de las cosas que no hacemos bien como padres cuando los adolescentes dan su opinión en cualquier tertulia de casa es empatizar intelectualmente. La madre y el padre tiene que hacer el ejercicio de meterse en la cabeza de la hija o hijo y saber que con 15 o 16 años escucha y ve cosas y quizás no tiene el criterio formado”, nos aconseja José Carlos RuizY es que su información y sus intereses serán muy diferentes a los nuestros, por lo que tenemos que intentar entender sus gustos y encontrar espacios en los que podamos conectar y compartamos algún interés con ellos.

Pero esto no debe significar que nos hagamos sus colegas y que nos guste lo mismo que a ellos, puesto que les generará rechazo. No podemos adoptar los mismos gestos que ellos, ni crearnos personajes para caerles bien. Ellos son nuevas generaciones que están sintiendo y experimentando sensaciones nuevas -muy diferentes al estar ellos inmersos en el mundo tecnológico- , por lo que no debemos decirles, como nos señala Eva Bach que “les entendemos perfectamente porque nosotros vivimos lo mismo”.

Mi hijo adolescente quiere hacer cosas con las que no concordamos, ¿debería controlarle más?

Puede que no entendamos por qué nuestros hijos tienen ganas de hacer cosas con las que no concordamos: comienzan a querer salir hasta más tarde, comienzan a rodearse de personas que no conocemos y comienzan a cambiar su forma de comunicarse con nosotros.

Es normal que en la adolescencia quieran una mayor libertad para poder autodescubrirse. Por eso, nosotros como padres y madres debemos proporcionarles autonomía y libertad, siempre conjugado con la negociación. Dándoles espacio a nuestros hijos vamos a conseguir que tengan una mayor confianza en nosotros. Además, como dice Eva Bach: “Educamos para la libertad, no para educar en libertad total, para que la usen bien, escoger bien”. Es decir, debemos permitirles libertad y autonomía siempre que haya una negociación de por medio. A través de esta negociación podemos escuchar sus necesidades y deseos, pero a la par, como dice Eva Bach “podemos pactar unas condiciones y establecer unas consecuencias si no se cumple con lo pactado”.

Para poder hacer una negociación efectiva con nuestros hijos debemos mostrar las diferentes opciones que tiene al realizar algo y qué repercusiones tiene en su vida. Así, podremos conocer la opinión de nuestro hijo y él podrá desarrollar pensamiento crítico sobre sus acciones propias.

Ante las cosas que no hacen bien y los enfados, ¿castigos y culpas?

Cuando nuestros hijos adolescentes hacen algo mal o se enfadan con nosotros, no podemos culparles, pues esto solo va a incrementar la distancia entre el adolescente y nosotros. Como padres debemos responsabilizarnos de nuestra parte de culpa e intentar comunicarnos con ellos efectivamente. La forma de que aprendan de sus errores no se debe basar en el castigo, sino en unas consecuencias lógicas o en un acuerdo que se llegue con ellos.

No podemos ver a nuestros hijos como provocadores de las situaciones. Tenemos que reflexionar por qué ha habido esa reacción, por qué ha habido esos gritos o por qué ha habido ese enfado. Culpabilizarles solo va a servir para incrementar su malestar.

Cuando queramos conversar con ellos sobre sus conflictos, como nos dijo el psicólogo Ángel Peralbo, tenemos que observar y anotar para luego poder hablar con nuestros hijos: evitar las conversaciones cuando están enfadados y aprovechar las situaciones sin conflicto para conversar sobre el problema, volver a negociar y marcar los límites.

Para realizar estas conversaciones tenemos que abordarlas en positivo, aceptando las emociones de nuestros hijos como la rabia o el enfado, pero haciéndoles entender que ante esa emoción tienen que controlar la acción que conlleva. Eva Bach nos aporta algunas frases que podemos usar:

“Tienes derecho a enfadarte, no a ser cruel”

“Puedes expresar tu rabia, pero sin hacerte daño”

“Tienes derecho a sentir cualquier cosa, pero no a hacer cualquier cosa con lo que sientes”

“Si yo te respeto, tú me respetas”