Ningún niño nace con los buenos hábitos integrados, somos las madres y padres los que debemos inculcárselos desde pequeños para que llegue un día que los tengan tan asimilados que ni siquiera se los cuestionen.

Ocurre con el cepillado de dientes, pero también con el descanso. Debemos inculcar a nuestros hijos el hábito del descanso. Las consecuencias de no hacerlo no serán solo físicas (falta de energía, cansancio...) sino también emocionales.

¿Qué ocurre a nivel emocional cuando un niño no descansa bien o lo suficiente?

La investigación muestra que la privación del sueño aumenta la actividad en el centro emocional de respuesta rápida del cerebro, un área conocida como la amígdala. Esta parte del cerebro controla muchas de nuestras reacciones emocionales inmediatas. Cuando el sueño es corto, la amígdala se acelera, lo que nos hace reaccionar más intensamente a las situaciones. 

Al mismo tiempo que la amígdala se enciende, la falta de sueño también dificulta la comunicación entre la amígdala y otra área del cerebro involucrada en la regulación emocional, la corteza prefrontal. Esta parte del cerebro maneja muchas tareas complejas, y una de ellas es frenar la impulsividad. La corteza prefrontal es como un policía de tráfico para nuestras emociones: ve una reacción impulsiva y dice, “despacio, echa el freno".

Cuando no dormimos lo suficiente, esta parte de nuestro cerebro no puede hacer su trabajo correctamente y nos volvemos más impulsivos, disminuyendo nuestra inteligencia emocional, que es nuestra capacidad de regular nuestras emociones.

Por tanto, debido a lo expuesto anteriormente, la psicóloga y experta en inteligencia emocional Begoña Ibarrola nos expone qué ocurre a nivel emocional en el cerebro de nuestro hijo si no descansa lo suficiente:

  • Está irritable, enfadado, de mal humor.
  • Tendrá pensamientos rumiantes. Cuando no descansamos bien, es más fácil que tengamos pensamientos rumiantes que nos generan un estado de inquietud, alarma y malestar...
  • Tomará peores decisiones. ¿Por qué? Pues porque en la toma de decisiones interviene no solo nuestra parte racional, sino también la emocional.
  • Será más inflexible. La falta de descanso merma nuestra flexibilidad cognitiva.
  • Tenderá a exagerar y dramatizarlo todo.
  • Visión pesimista y de túnel (no vemos las cosas con perspectiva).
  • Disminuye su capacidad para afrontar situaciones estresantes, difíciles o comprometidas.
  • Dificulta sus relaciones personales (al estar irritables, enfadados, pesimistas, el resto de personas no se encuentran cómodas con ellos).
  • Es menos empático. Cuando alguien no se encuentra bien, no puede mirar al otro.

Por tanto, la falta de descanso puede ser un factor desencadenante o que empeore un problema de salud mental.

"A nuestros hijos no les podemos evitar los conflictos, el estrés, los problemas, pero si no descansan lo suficiente, les estamos dejando sin recursos para resolver estos conflictos o afrontarlos de una manera óptima. Es como si les pusiéramos 'visión de túnel', acortando su campo de visión para buscar alternativas y soluciones a los retos del día a día", concluye Begoña.

Las 5 Íes de la falta de descanso

Ibarrola resume cómo afecta la falta de descanso en nuestros hijos con la fórmula de las 5 íes:

  • Irritabilidad
  • Impulsividad
  • Inatención
  • Inestabilidad emocional
  • Incapacidad de tomar buenas decisiones

"Podríamos decir que, si no descansamos bien, las emociones toman el control, no somos nosotros los que las controlamos a ellas", concluye Ibarrola.