En su Mensaje para la Cuaresma, el papa Francisco nos exhorta a volver nuestro corazón al misterio pascual, a la muerte y resurrección del Señor. «Este Misterio -dice el Papa- no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso».

La muerte y la resurrección de Jesús es fuente de vida. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia», dice Jesús (Jn 10, 10). Este es el objetivo de su venida. Es más: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11,25). Para mostrarlo devolvió a la vida terrena a Lázaro. Donde está Jesús prospera la vida y donde falta se extienden el mal y la muerte. Pero con la expresión «y la tengan en abundancia», va más allá: se refiere a la vida que Él, como Hijo de Dios, posee: la vida misma de Dios, la vida eterna, plena y feliz, inmortal y gloriosa. Este es el objetivo último de su venida: no viene para darnos solo la vida de este mundo, que acaba con la muerte corporal, sino para que poseamos ya desde ahora la vida eterna.

Jesús resucita del sepulcro al tercer día con toda su humanidad; y así involucra al ser humano en su paso de la muerte a la vida. La vida eterna comienza aquí; como Jesús, hemos de promover la vida y la dignidad de todo ser humano, de los pueblos y sus culturas, de toda la creación. Pero sin olvidar que estamos de camino hacia la casa del Padre. Hemos de «sopesar con sabiduría los bienes de la tierra y amar intensamente los del cielo».

Para que en Él tengan vida. Así reza el lema para la Jornada de Hispanoamérica de hoy, en que oramos para que la fe cristiana de nuestros hermanos de Hispanoamérica se cuide y se fortalezca. Allí es donde más misioneros españoles hay; han partido para mantener viva la llama de la fe en las personas que allí viven. El lema se hace eco del cuidado de la ecología integral, a que nos llama el papa Francisco: una llamada a promover la dignidad de las personas, los pueblos y toda la creación; poniendo la mirada en Aquel que puede dar la vida de verdad, la única que sacia la sed de eternidad del hombre. Jesús es Camino, Verdad y Vida, el único que puede hacer que la dignidad de cada persona y de la creación entera sean respetadas por encima de intereses económicos, partidistas o ideológicos.

*Obispo diócesis Segorbe-Castellón