Esta vez nadie se salió del guión. El rígido formato de la convención nacional del PP, sin ponencias ni discusión alguna, ha soterrado el eterno e irresuelto debate sobre la sucesión de José María Aznar. Todo lo contrario que hace un año, cuando, en el congreso del PP, Francisco Álvarez-Cascos, contra el criterio de la dirección, forzó el debate sucesorio con la pretensión de que Aznar optara a la reelección. El presidente lo zanjó al ratificar su decisión de no presentarse a las próximas elecciones.