Nada ilustra mejor el nuevo clima bilateral existente entre los gobiernos de Marruecos y España que la comparación entre el recibimiento que ayer tuvo la ministra Ana Palacio a su llegada a la ciudad de Agadir y el del pasado mes de julio, cuando visitó la capital, Rabat, tras el incidente del islote de Perejil.

Entonces, en el desangelado aeropuerto, a Palacio sólo le esperaba un funcionario de segunda fila del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí. Ayer, en cambio, Benaisa y Fassi Fihri la aguardaban al pie de la escalerilla del avión. Ante los pies de la ministra española, se desplegó una alfombra roja en cuyos márgenes la Guardia Real le rindió honores.