Xabier Arzalluz ha emprendido ya la cuenta atrás como líder del PNV. Ayer protagonizó su última intervención como tal en un ´Aberri Eguna´, ya que no optará más a la reelección como presidente de la ejecutiva peneuvista, que se renovará el próximo enero, y ha adelantado también que esta vez no le convencerán para continuar.

Arzalluz deja dentro de unos meses el cargo que ocupa desde 1980 (con un paréntesis de dos años) sin que su sucesión esté esbozada porque el liderazgo que él mismo reconoce a Ibarretxe topa con los estatutos del partido que, hasta ahora al menos, han impedido simultanear la presidencia del partido y del Gobierno vasco.

El carisma del que goza Arzalluz se ha labrado en buena parte gracias al hábil manejo de sus mensajes de reafirmación nacionalista combinados con belicosos discursos contra los adversarios políticos.

Las celebraciones del ´Aberri Eguna´, como ayer, han sido un buen ejemplo. El año pasado aprovechó para vaticinar que Aznar iría primero a por Batasuna para seguir después contra el PNV y adelantó que su partido no hablaba de separatismo, "sino de que Euskadi tenga su propio sitio en Europa, sin estar realquilados por España o Francia". En el 2000 provocó un escándalo cuando dijo: "Sin la inmigración, habríamos podido hacer un referendo y ganarlo". Antes, en 1999, sentenció que "no es el PNV el que se ha echado al monte, sino que ETA y HB han bajado al valle".