Eduardo Tamayo negó ayer ser un "traidor". El diputado que, junto a su compañera María Teresa Sáez, sacudió los cimientos del PSOE, se definió como "una persona responsable que cree que el 90% del programa del PSOE es irreconciliable con el de IU".

Tamayo anunció que no renunciará al escaño "en ningún caso", y negó haber pedido cargo alguno o haber sido "pagado" para rebelarse contra Simancas. Y agregó que lo que pretendía era dar "un toque de atención" a éste para que reconsidere su pacto con Izquierda Unida. Afirmó que "nunca" votará en contra de su partido, aunque no descartó volver a ausentarse de la Asamblea en la votación de investidura del presidente autonómico, lo que daría el Gobierno al PP. E insistió en que Simancas conocía su postura desde el domingo, aunque admitió que no se la comunicó en persona.

"El PSOE no puede ceder a las bochornosas exigencias de IU", aseveró, y añadió que Simancas no respeta a la corriente "socialdemócrata" de su partido al aceptar "el giro a la extrema izquierda" con IU.

Por su parte, el conservador Luis de Grandes aprovechó la traición en las filas del PSOE para destacar la "fragilidad y falta de cohesión" del liderazgo y el proyecto de José Luis Rodríguez Zapatero.