La capilla ardiente con los restos de los siete militares de los servicios secretos españoles muertos en Irak fue visitada ayer en el Hospital Militar Central, en el barrio madrileño de Carabanchel, por los representantes de las fuerzas políticas democráticas y varios miembros del Gobierno, encabezados por el presidente José María Aznar. El jefe del Ejecutivo y el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, se cruzaron en el velatorio y se estrecharon la mano.

La identificación de los cadáveres y la realización de las autopsias demoró el velatorio hasta las 18 horas. Los féretros fueron colocados en dos salas, separados por mamparas, para que cada familia pudiera acompañar a sus muertos. Las viudas y huérfanos llegaron a primera hora de la tarde. La primera corona de flores pertenecía al ministro de Defensa, Federico Trillo, a título personal. A las 17 horas, el propio ministro quiso hablar con los periodistas, que esperaban en la puerta del hospital, para que comprendieran que el velatorio era "estrictamente privado" y no tendrían acceso a las familias. También será "privado" el funeral oficial que se celebrará a las 12 de hoy en la sede del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

En la plaza de la Lealtad, un grupo de madrileños colocó una corona de laurel ante el monumento a los que dieron su vida por España.