"Pueden dispararme ahora o dentro de cinco años, pero sé que estoy condenado a muerte". Así se expresa un empresario vasco de 63 años contra quien ETA planeaba atentar de forma inminente, según la información que consiguió la policía tras la detención, la semana pasada en Francia, del dirigente etarra lbón Fernández Iragi, Súsper. "En cualquier caso, me matarán aquí porque renuncio a marcharme fuera de mi tierra", agrega el amenazado en unas declaraciones publicadas ayer por El Correo y Abc.

Este empresario del sector naval, un guardia civil y dos concejales socialistas, todos ellos afincados en Euskadi, estaban en la macabra lista.

El industrial, que protege su identidad, afirma que él intuía hace meses que ETA planeaba asesinarlo. Seis escoltas privados le acompañan a todas partes. La cúpula etarra le considera un "delator" y le responsabiliza de la caída de un comando en Francia hace un año. Allí, pagó los 144.000 euros que le exigía la banda, después de que su familia fuera amenazada y tras un atentado contra su persona en 1982 en la que un vecino perdió una pierna.